Estación de Cercanías

Vaya usted a saber

Los que saben mucho más que yo sobre las cuestiones de toros, sus corridas y los teatros para su representación, o sea, las plazas, cuestión de la cual, y válgame la sinceridad, no quiero saber mucho más, andan últimamente –los que todavía perduran, que no son los que comenzaron batallando en pos de esta causa– un poco revueltos y expectantes, con la respiración contenida y los dedos cruzados ante el inicio de lo que han dicho es el principio de las obras de restauración, o si me lo permiten en vista del bien a restaurar, resurrección, de la de Villena.
Y también dicen los que más saben que este coso fue en sus orígenes el segundo en importancia de la provincia en lo tocante al número de localidades, parcelas de fresca piedra en los tendidos que se han visto notablemente rebajadas, y también dicen aquellos que saben del tema que la mutilación de la misma en cuanto a la amputación de sus corrales es una aberración, y que, comentario tertuliano de los “entendíos”, como debe ser, y debe de serlo porque es altamente recomendable e imprescindible para un buen discurso y una razonada opinión, que aquellos que tengan que saber sepan, venga de donde venga el conocimiento. Si bien de su ilustración personal, si bien de una sabiduría ya aprendida o bien de una información veraz, clara y sin manipulaciones o sesgues. Porque el saber no ocupa lugar y por lo tanto no puede acarrear más trámite que atesorarlo.

El problema llega cuando los que tenemos que saber ni sabemos ni nos cuentan, vamos, que estamos a fosques. Parece ser, porque a falta de palabras hay que observar con la agudeza recién afilada, que dos tercios de los concejales del equipo de gobierno desconocían el inicio de estas obras, así como la diputada García Herrero, que pasaba por allí, casualmente se topó con el lío y aun así llegó a la foto. Y parece ser, porque nada hay confirmado con oficialidad, que algunos de los que estuvieron presentes pudieron dar fe del mal rollito que reina entre los bandos, 4 a 8 + Herrero, gresca certificada con miradas de soslayo cargadas de bilis, saludos glaciares y caras de alucinación al saberse al nivel de aquellos que por allí pasaban y se toparon con los camiones por sorpresa.

Cuentan los que vieron esta estampa de los que dirigen nuestro pueblo que viene dada, posiblemente, a cuenta de Ripoll, Fenoll y los apoyos que de cada uno de los 12 han sacado –4 Ripoll, 8 más una diputada Fenoll–, siendo probable que anden un pelín moscas con su dirigente local, nuestra alcaldesa, ante su incondicional apoyo al de Alicante o por su juego de Juan Palomo. Pero ya les digo, esto no es lo que se sabe, es lo que se intuye, porque como no todos estuvimos y casi ninguno sabemos, sólo nos queda conjeturar sobre el apoyo de Camps al benidormí y aventurar las causas y consecuencias de esta escisión local y regional por la decisión de Celia.

De lo que no nos cabe duda, y sí sabemos con claridad meridiana, es que nada se sabe del uso al que estarán destinados los 20 millones de euros una vez convertidos en piedras, pirámides de cristal y palmeras. Lo que sí conocemos es el desconocimiento absoluto que tenemos de cómo se pretende amortizar este bien y sus proyectos de gestión una vez acabado. Lo que sí sabemos certeramente es el pase de pecho que se ha dado con el derribo de los graderíos y que algunos se han saltado a la torera sus exaltaciones patrias, sus palabras e incluso sus demandas.

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