Vendiendo la moto
Abandonad toda esperanza, salmo 48º
Un buen amigo mío, en cuya inteligencia confío lo bastante como para estar seguro de que llegará a buen puerto, prepara un estudio sobre uno de los más peculiares artes audiovisuales de nuestros días: los trailers, esos anuncios de futuros estrenos que los cines proyectan antes de la película, y con los que las productoras nos quieren vender la moto.
A este amigo mío no debería de escapársele un caso tan particular como el cine de M. Night Shyamalan y sus consiguientes avances. En su día, la campaña de El bosque fue polémica porque se consideró que vendía una película de terror cuando era, efectivamente, otra cosa. Pero a poco que se piense en ello debería exculparse a los responsables porque, de vender esa otra cosa como lo que en realidad era, la intriga se habría desmontado por completo.
Un caso muy distinto es el de La joven del agua, cuyo trailer es, una vez vista la cinta, de juzgado de guardia: nos vuelven a vender una película de terror del autor de El sexto sentido, pero en su nuevo trabajo no encontrarán terror... ni, si me apuran, el indudable talento de uno de los mejores realizadores del Hollywood actual.
Y es que tarde o temprano tenía que pasar: Shyamalan nos venía ofreciendo con cada estreno, desde que conmocionara las taquillas con la citada El sexto sentido, una obra maestra del fantástico. Si El protegido fue una incomprendida reflexión sobre el género superheroico y Señales una versión intimista de La guerra de los mundos, El bosque confirmaba el talento de un autor único a la hora de crear atmósferas, por no hablar de su capacidad para hablar del mundo real a través de historias más o menos fantasiosas.
Pero ahora el cineasta hindú no ha estado a la altura de las expectativas: su nueva película se basa en un cuento infantil que concibió para sus hijas... y al final resulta ser poco más que eso. Además, el resto se lo podría haber ahorrado: su filosofía new age es por momentos sonrojante, y la lectura metaliteraria acerca del poder de la ficción resulta forzada. Casi todo en La joven del agua resulta increíble.
La credibilidad que le falta a esta cinta le sobra a United 93, recreación de los últimos momentos del avión secuestrado en el 11-S que no alcanzó el objetivo de los terroristas gracias a la sublevación de los pasajeros. Paul Greengrass dirige este docudrama cuya acción transcurre casi en tiempo real, y donde los auténticos técnicos de control aéreo que intervinieron en aquella jornada se interpretan a sí mismos para dar verosimilitud a la historia. Quede aquí constancia de que sus últimos diez minutos son de lo más sobrecogedor jamás visto en una pantalla de cine. Es casi tan sobrecogedor como la decepción que supone la última de Shyamalan.
La joven del agua y United 93 se proyectan en cines de toda España.