Verdades a medias (1ª parte)
El tema del agua me llevaba por la calle de la amargura; no había forma de subirme al carro. Es tal la miscelánea de nombres, Sociedades de regantes, Confederaciones de los mismos y sus Presidentes, Ayuntamientos y Alcaldes, Ministros y Conselleres, Partidos de derechas, de izquierdas, Asociaciones naturalistas, Catedráticos y Expertos en medio ambiente, intereses políticos y privados, que siempre iba a contrapié.
Situación bastante incomoda para mí, y especialmente perjudicial para la ciudadanía, pues cuando un tema envuelve a tantas personalidades, organismos u organizaciones, tan cercanas al poder político, económico y mediático, es sin duda una cuestión digna de ser estudiada y lo que es más importante, ser entendida por el mayor número posible de interesados. Pero ni hoy, ni ayer, se nos han mostrado públicamente las verdades, ni se han expuesto todos los razonamientos y motivos existentes en las dos caras de la moneda: en ambas quedan flecos colgando. Ninguna de ellas ha enseñado todas las cartas, ni tan siquiera han tenido la decencia de hablarnos con claridad para facilitarnos la comprensión. Y claro, esto es Babel.
Y así seguimos, a la espera de un debate público, un cara a cara de esos tan maravillosos y necesarios en época electoral, que no llega. Me propuse durante mis vacaciones hacer un seguimiento más centrado y exhaustivo de esta cuestión, en un intento desesperado de poder tener una idea clara del conflicto, pues considero que sin postulación difícilmente se puede tener opinión, acertada o errónea, pero opinión al fin y al cabo, algo que para este tema, tan importante en nuestro futuro, es fundamental.
Les adelanto que claro, lo que se dice claro, a estas alturas todavía no lo tengo. Lo único que tengo claro es lo que necesitamos, cómo lo necesitamos y cuándo lo necesitamos, dentro del eterno dilema de Cantidad o Calidad.
Lo que hace falta en la provincia de Alicante en general y en Villena en particular, es agua, y eso es incuestionable e indiscutible. El caldo se empieza a ensuciar cuando afloran en él los tropezones de tan rotunda afirmación. ¿Agua para qué? ¿Para riego? ¿Para consumo humano? ¿Para ambas cosas? O mejor, ¿para quién? ¿Para los agricultores y sus campos? ¿Para que promotores urbanísticos sigan llenando de pisos la costa a golpe de maletín? Porque claro, dependiendo de las respuestas, varían exponencialmente las posibilidades que representan los diferentes puntos de vista sobre la toma del preciado elemento convertido en Caballo de Batalla en este momento.
La Junta Central de Usuarios del Vinalopó, L´Alacantí y Marina Baja, con el villenense Andrés Martínez a la cabeza, y en representación hasta hace muy poco de todos los regantes alicantinos, ha luchado contra viento y marea por traerla desde Cortes de Pallás (nacimiento del Júcar), argumentando con estudios muy fiables y avalados por sus expertos, la mejor calidad del agua, cualidad demostrable de todas a todas. Proyecto aprobado por el anterior gobierno de España, y que se esfuma en 20 días, con el 50% de la infraestructura ejecutada, millones de euros invertidos e ilusiones generadas. Inaudito pero cierto. Aunque no es menos cierto que desde ahí no se puede garantizar el caudal todos los años. Calidad pero no cantidad. Y yo pregunto, ¿cómo se van a regar los campos de golf que tras la realización del trasvase van a florecer en la provincia los años sin caudal? ¿Por qué invertir miles de millones en una obra que no garantiza la llegada de agua por mucha calidad que ésta tenga? ¿Sólo piden el agua para regar?
Algo no me cuadra en tan empecinada posición. Al igual que no lo hace, como les contaré la próxima semana, la propuesta del gobierno.