John Milton en El paraíso perdido carga sobre los hombros de los hombres, sobre la humanidad, la responsabilidad del mal. Si perdimos el paraíso fue por desobediencia.
Según el literato inglés, la expulsión de aquel jardín de delicias es fruto del desacato protagonizado por Satanás y por nuestros primigenios ancestros Adán y Eva, desacato que deriva en la deriva del género humano:
¡Vergüenza para los hombres! El demonio se unió al demonio condenado en una firme concordia, y los hombres, únicas criaturas racionales de todas las creadas, no pueden entenderse. A pesar de esperar en la gracia divina, a pesar de que Dios proclama la paz, viven alimentando entre ellos el odio, la enemistad y las querellas.
Así es: concordia entre demonios y… Los hombres –¡criaturas racionales!– enemistados, alimentando odios, enemistades, pleitos y querellas. Así las guerras. Contradiós. Ayer y hoy.