Vértigo y pasión
Abandonad toda esperanza, salmo 208º
Así tituló el filósofo Eugenio Trías su fundamental estudio sobre la celebrada (y necrófila) película del maestro Alfred Hitchcock con los actores James Stewart y Kim Novak. Y no se me ocurre mejor manera para titular estas líneas sobre Umberto Eco, el vértigo que producen las listas interminables y la pasión de difundirlas.
Siempre he sido un apasionado de las listas: por eso en siete días repasaré para ustedes las que me parecen mejores películas del 2009 -por cierto, por si acaso se me pasa luego abocado al vértigo de la enumeración: les deseo de todo corazón feliz Navidad-, y también por eso voy a recomendarles hoy algunas publicaciones ideales para regalar en estos días tan señalados. Y siempre que pienso en las listas me vienen a la cabeza tres nombres: en primer lugar el de Jorge Luis Borges, claro, y no solo por el listado de animales de su relato "El idioma analítico de John Wilkins", de una belleza que surge de la unión de lo fantástico y lo caótico, sino por ese cúmulo de todo lo que puede y no puede percibirse y sentirse que es el Aleph. Después, el de Georges Perec, que dedicó todo un libro -Pensar, clasificar- al arte de las listas. Finalmente, el de José Luis Garci, que siempre se ha declarado un fanático de los listados de películas favoritas, una pasión que como otras muchas comparto con el director de Volver a empezar.
A estos nombres se les suma desde ya el de Umberto Eco, autor de El nombre de la rosa, que en su faceta de teórico de Estética y después de los imprescindibles Historia de la belleza e Historia de la fealdad nos regala ahora El vértigo de las listas, un repaso a la presencia de las enumeraciones en la historia de la cultura universal, de Hesíodo y Homero a Pynchon y Süskind, de Da Vinci y Tintoretto a Dalí y Warhol. Todo ello de la mano de una edición primorosa, profusamente ilustrada (como debe ser). Un deleite para los sentidos, un regalo perfecto para estas fechas.
Pero no es el único, y allá vamos desbocados al vértigo de referenciar: no se me ocurre mejor manera de prepararse de cara al estreno del Sherlock Holmes de Guy Ritchie -no sé si sentir pasión u horror- que leyendo las cuatro novelas que Arthur Conan Doyle dedicó al personaje, y que ahora se editan de la mejor manera posible: en la edición anotada de Leslie S. Klinger, repletas de aclaraciones a pie de página e ilustraciones para la época. Es un libro bellísimo que no se puede describir: hay que verlo para creerlo.
En cambio, si se prefiere el relato corto y dado que el volumen anterior no incluye las aventuras más breves del célebre detective inglés, yo apuesto por los Cuentos completos de Robert Louis Stevenson, una debilidad particular de la que ya les he hablado alguna vez. El volumen incluye, además de joyas como El Club de los Suicidas o El diamante del rajá, la versión completa de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Novela corta para algunos, relato extenso para otros, tanto da: lo que hay que hacer es leerlo.
Tres regalos magníficos. Por si les sirve de algo, quienes me los regalaron quedaron de cine.
El vértigo de las listas, Sherlock Holmes anotado y Cuentos completos están editados por Lumen, Akal y Mondadori respectivamente.