Cartas al Director

Vía/Jero (Carta al director sobre la visita del Papa a Madrid)

El viernes 19 tenía que ir a Madriz, y llevaba dos días viéndolo en TV. Me parecía increíble lo que mis ojos veían en los telediarios y los especiales sobre la visita del Papa, el que empieza por B y termina por icto, demasiado largo. Éste es el nombre artístico, aunque su verdadero nombre es Joseph Alois Ratzinger (el que aparecía en el carné de las Juventudes Hitlerianas, lo que aparentemente a nadie molesta, incluso al millón de jóvenes que estos días llenan la ciudad).
Todo lo que te puedes llegar a imaginar no era nada con lo que había allí montado, igualable solo a unas Olimpiadas, Expos universales o un Fib, todo junto, batido y bien servido. Las imágenes hablaban por si solas: una gran ciudad convertida en la capital del reino de los cristianos.

Entre sorprendido e incrédulo de tanta felicidad virginal (¿o no?), de tanto cántico eclesiástico en diferentes idiomas, percibí un aroma a rancio que me transportó a cuando era niño salesiano y esperábamos a ver Eurovisión.

También me acorde de Tom Cruise y su película Misión Imposible 2 (quiero creer que es la 2), donde mezclaba todas las fiestas españolas –la Semana Santa con las Fallas y los San Fermines–, pues aquí se veían comandos de curas, tipo Matrix, y monjes como en el Nombre de la Rosa, pero combinados con sandalias Hawaianas, o boys scout con rosarios y cruces y monjas de uniforme customizadas con merchandising de estas JMJ 2011.

¿Cuánta gente mueve este hombre o esta fe?

Si a cada una de las personitas jóvenes y otras no tan jóvenes, se les ocurriera aportar un euro, creo que algo se podría hacer, algo bueno, por ejemplo, en el cuerno de África (Somalia, Etiopía, Yibutri, Eritrea).

Algo me sorprendía más que la “felicidad” de tanto ser junto, y miren que era difícil: el dispositivo en la Gran Vía era espectacular, vallas cortando el tráfico, policías por todas partes y voluntarios patrocinados por empresas bancarias, para que nada fallara. Pero algo seguía fallando (como siempre) y no había que irse al cuerno de ningún lugar:

Parece que los creyentes no miraran al suelo, siempre orgullosos, siempre con la cabeza alta, mirando a las alas de las palomas blancas, a las banderas de todos los países, al Papa móvil… pero si te fijabas hoy en Madriz, a ras de suelo, delante de todas las puertas de las Iglesias, en medio de las aceras, en cualquier esquina, habían personas, muchas personas incapacitadas, tanto física como psíquicamente, que pedían limosna, la misma que cada domingo se pide en cualquier acto que se realice un recinto llamado Iglesia.

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