Viajes repetidos
Y aunque el pasado jueves el patio de butacas no estuvo como uno espera en determinadas ocasiones, no podemos quejarnos de la cantidad de personal que acudió a la Casa de Cultura para presenciar la tercera, creo, visita de Xavi Castillo a nuestra ciudad.
Cierto que en esta ocasión no nos visitó a solas, sino que lo hizo con parte de su compañía alcoyana Pot de Plom. Presentaba, para quien no lo supiera, El extraño viaje, espectáculo que viene acompañado de la polémica generada por sus pasquines a alguna cosa hay que echar la culpa donde aparecía una caricatura que bien podría referir al ex-presidente de nuestra Comunidad y ex-ministro de nuestra nación, el siempre vigilante de los problemas valencianos Eduardo Zaplana. La susodicha polémica se generó a partir de una acusación de censura a raíz de la retirada de los carteles que anunciaban su actuación en el Teatro Arniches de Alicante, perteneciente a Teatres de la Generalitat. Y aunque ese fue el inicio de la polémica, más tarde volvería a repetirse el boicot por parte de las amistades de Zaplana al montaje referido.
Pero si vamos al meollo del extraño viaje propuesto, nos encontramos ahora sí con una crítica realmente contundente y documentada que sin dejar a un lado las cómicas caricaturizaciones de personajes valencianos, también pretende rescatar una parte de la historia y sacar conclusiones determinantes en relación a lo que somos (valencianamente hablando). Mediante un viaje a través del tiempo, Pot de Plom cuestiona la certeza con la que asumimos hechos la Batalla de Almansa, vg. e iconos como la Dama de Elche. Cuestiona no solo su veracidad en alguno de sus aspectos sino que también busca revelar el punto de vista de los otros, de quienes no escriben la historia. Para ello contó con un elenco a la altura de las circunstancias, y de Castillo, que hasta el momento ha trabajado como showman y pudo caer en la tentación Senderina, (por Raúl Sender). El extraño viaje se presenta como un espectáculo de estar por casa, casi muy de estar por casa, tanto en los aspectos visuales como en los textuales diría, salvando la factura profesional las caracterizaciones del elenco y su trabajo actoral. La producción guarda el ritmo aunque en ocasiones demora en exceso las transiciones, algo poco comprensible dado el escaso utillaje y la sencillez del vestuario. En cuanto a la faceta literaria del producto destacaría que pese a lo bien traído de algunos gags y comentarios, el guión es repetitivo y huele a confección a partir de improvisaciones lo que tiende a la reiteración y al esquema simple, cañamazo como lo llamarían en la Comedia del Arte italiana del siglo XVI.