Vicente Valero
Ciudadano del mundo. Viajado, leído y cultivado como el que más. Pero sazonado de villenerismo
Vicente Valero Costa es de ese tipo de personas que podría decir “por Villena mato”. Nunca he escuchado de su boca esa expresión, ni falta que me hace. Pero le he oído palabras genuinas, sucedidos únicos, anécdotas geniales, y sobre todo he observado en él, desde el primer día que le conocí, un temperamento genuinamente villenero. Ciudadano del mundo como el que más. Viajado, leído y cultivado como el que más. Pero sazonado de villenerismo.
No es de extrañar que acabe de publicar 'La huella del ángel', un relato dedicado al Principado de Villena, el primer Principado de la Península Ibérica, ahí queda eso, un libro bellamente ilustrado por Pedro Marco en el que se ha volcado otro villenero de pro, Julio Guillén, para que los beneficios de su venta vayan íntegros a Apadis.
El acto de presentación en la Casa de Cultura fue apoteósico. De esos que se llenan apenas se abren las puertas y en los que el gentío aguarda de pie. Y eso que los parlamentos fueron largos. Jesús Herrero Yagüe, Ginés Pardo y Mariano Ruiz Esquembre tomaron la palabra antes de que el protagonista de la velada, Vicente Valero, en su salsa y en su feudo, derrochara buen humor y lanzase alguna que otra reivindicación.
Por ejemplo, la de reclamar públicamente, en presencia del alcalde de la ciudad, Fulgencio Cerdán, que Ángel Luis Prieto de Paula fuese nombrado Hijo Adoptivo de Villena. Ángel Luis es el autor del brillante y sincerísimo prólogo del libro de Vicente, y que yo sepa, es la primera vez que se solicita delante de tantos testigos dicho reconocimiento, más que merecido.
Me cae muy bien el nuevo alcalde. Lo veo muy conciliador. Lo que, en los tiempos que corren, ya es muchísimo. Sabe escuchar. Tiene ganas de complacer. Es de origen humilde. Y a mí, los que son de origen humilde, ya me tienen ganado de antemano. Porque, sí, todos somos de orígenes humildes, pero unos más que otros.
Pero estábamos hablando de Vicente Valero Costa. Inimitable, sólo parecido a sí mismo. Agitador ayer, ahora y siempre. Escritor y contemporizador nato.