Victoria, 17 años
De modo que la pillo. Abro la puerta y allí está ella arrodillada y con la cabeza metida en la taza del váter (inodoro le llaman también; a los hipócritas les encanta inventar palabras así para creer que viven en un mundo perfecto), con cara mortecina y ojos vidriosos como de haber atravesado el buffet libre de un hotel de Benidorm y sobrevivir gracias a un exorcismo barato.
Yo ya me olía el tema. Estaba cada día más flaca, sufría mareos constantemente, y luego soltaba toda esa cháchara negacionista y hostil, que parecía que Dios hubiera creado las grasas detodotiposaturadas, los azucares y los carbohidratos sólo para joderla a ella. Se pasaba todo el día repartiendo ese típico rencor neopasota suyo tintado del falso color de la indiferencia, ese tufillo clasista adornado de suficiencia pastosa de pueblo (andando que parecía que se iba a desarmar como las modelos de la Cibeles Madrid Fashion Week, con el cartel impreso en la jeta de Miradme Soy La Más Delgada De La Clase La Puta Reina Intocable Y Estoy Por Encima Del Bien Y Del Mal Y De Todas Vosotras Bolsas De Carne Viscosa Y Protocelulítica
, como si Villena fuera el ombligo bulímico del universo), sólo para no tener que comprometerse, para no tener ni una amiga ni un novio ni un perro baboso ni nadie que pudiera controlarla y descubrir su secreto. Pero fíjate que después de tanta pedante necedad entro yo y la pillo. Y es como una revelación, abrir la puerta y verla allí, a cuatro patas y con la ropa de marca sucia y cubriéndola de forma inconexa como si fuera robada, con la luz inmisericorde de los tubos fluorescentes tipo sala de interrogatorio chilena radiografiándola como a un animal mugriento y asustado, con restos de algo parecido a bilis colgándole del labio inferior, que le tiembla debido a la certeza de saber que la ha cagado, que toda su vida ha sido demolida y comienza una nueva era, que está completamente en mis manos y que a partir de ahora por fin va a tener una amiga (entendida como esa persona que te conoce tanto que puede quererte al mismo tiempo que te vierte plomo derretido por la espalda). Porque a partir de ahora cambia el orden natural de las cosas. A partir de ahora iremos juntas a todas partes, y todo el mundo me verá con ella, a mí, la gorda de la clase, la del pelo cortado como durante el hundimiento del Titanic, la rara que no habla con nadie, la neogótica (o lo que sea) zumbada que oye a Marylin Manson y a Tom Waits y a Falete. Nos verán juntas porque seremos amigas y nos tendremos la una a la otra para compartirlo todo y para ayudarnos y defendernos y para guardar secretos, porque para eso están las amigas; y espero que lo comprenda bien y no la cague y lo acepte con amor porque si no...