Abandonad toda esperanza

Vigilando a los detectives

Abandonad toda esperanza, salmo 326º
Así se llamaba una estupenda canción del Elvis Costello de los tiempos de The Attractions: Watching the Detectives. Y eso es poco más o menos lo que estaremos haciendo algunos en la Universidad de Barcelona cuando ustedes lean esto: vigilar a los detectives. Y es que si la Semana Negra de Gijón es el evento decano en España de entre los que tratan el género policíaco, me enorgullece poder presumir de que nuestro Mayo Negro alicantino ha sido el que ha sentado un precedente en cuanto a la introducción del mismo en el ámbito universitario, por lo general reticente a acoger en su seno a la ficción de género.

Cuando escribo estas líneas todavía ando preparando mi intervención, que entre otras cosas versará acerca del carácter serial del género desde sus orígenes en las novelas por entregas hasta el cómic y las series televisivas de hoy. Y si no me equivoco, el primero en serializar la figura del detective fue el mismo que inventó la novela enigma y por tanto sentó las bases de lo que décadas después habría de ser la novela negra: Edgar Allan Poe. Efectivamente, el mítico autor de cuentos de terror fue también el creador de Auguste Dupin, el primer investigador privado de la historia de la literatura y padre putativo de Holmes, Poirot y todos los que vinieron después. Ahora mismo tenemos en cartel El enigma del cuervo, film que parece fusionar ambas figuras en una sola, con un John Cusack convertido en un escritor y detective que investiga unos asesinatos inspirados en su obra. Digo parece porque la crítica y algún que otro amigo mío la han puesto de vuelta y media, y como no soy tan valiente como Dupin no me he aventurado a apoquinar el precio de la entrada.

La que sí he visto, y en qué mala hora, es Dylan Dog: Los muertos de la noche, aunque la vi hace tanto tiempo que casi no me acuerdo de nada, algo de lo más significativo. El film acaba de estrenarse de tapadillo y con retraso considerable, y tanto daría de no haber llegado a ver la luz nunca. Su protagonista es ese investigador creado por Tiziano Sclavi y acostumbrado a lidiar con criaturas fantásticas de diverso pelaje: un precedente mediterráneo del Constantine de DC que ya contó con una adaptación previa, si bien no oficial: Dellamorte Dellamore... Film que no mereció en su día ni ser estrenado en formato doméstico ni el título que le encasquetaron aquí (Mi novia es un zombie, a mayor gloria de Alaska), y que sin ser la obra maestra que pregonaron algunos resultaba mucho más digno que la mediocridad que sí ha llegado a nuestros cines.

Y volviendo a Poe y a las películas que no se estrenan: hace poco tuve la oportunidad de ver Twixt, donde un escritor de best sellers de terror llega a un pequeño pueblo a promocionar su último libro; por las noches recibirá la visita del fantasma de Edgar Allan Poe, que guiará sus pasos en la investigación de lo que podrían ser varios asesinatos. Ben Chaplin (nada que ver con Charlie) interpreta a Poe, y el Val Kilmer de hoy (nada que ver con el Val Kilmer de hace veinte años) interpreta al escritor protagonista. ¿Y qué importancia tiene todo esto?, se preguntarán. Pues que el que firma esta, a todas luces, serie B de lo más rutinaria es Francis Ford Coppola, otrora realizador de El Padrino, La conversación o Apocalypse Now. Quién te ha visto y quién te ve, Francis.

El enigma del cuervo y Dylan Dog: Los muertos de la noche se proyectan en cines de toda España.

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