Villena, paralizada
Vamos tan justos de espacio con la que tienen montada los muchachos del PP que he tenido que renunciar a ocupar esta columna las últimas semanas para dejar hueco a los particulares que, indignados, querían amplificar su voz a través de estas páginas. A una inmensa mayoría de la gente, imagino, le habrá dado absolutamente igual. Otros pocos se han preocupado por mi ausencia y me han preguntado por el motivo. Y algún listo ha llegado a decir que no escribía para no tener que meterme con el PP.
Será que no lo dije alto y claro hace ya tres meses: Me parece una vergüenza lo que están haciendo todos, unos y otros, así que lo mejor que pueden hacer es marcharse a su casa, arreglar sus problemas y, cuando estén en disposición de gobernar con seriedad, que se vuelvan a presentar a unas elecciones. Todo lo demás me sobra. Lo dije entonces y lo mantengo ahora, independientemente del enfrentamiento callejero, la dejación de funciones de Celia, las aventuras de los cinco, la carta de Isidro o la dimisión de Richart. Me importa un bledo quién tiene o deja de tener razón. Que se larguen todos a su casa, que esto es el ayuntamiento de Villena, no una clase de ESO o un culebrón venezolano de medio pelo.
No quiero hablar de este circo semana tras semana porque, sencillamente, me aburre, me indigna y me subleva. Porque no se trata únicamente de llenar portadas de periódicos, de dar carnaza a las tertulias de bar, de entretener a los sufridos contribuyentes con una ópera bufa en tanto entran las máquinas en la plaza de toros y nos ponemos la medalla. No se trata de anécdotas, no. Se trata de que por culpa del carnaval que han montado unos cuantos aficionados este pueblo no funciona, está literalmente parado, como cuando se montó el pollo entre expositores de la Feria del Campo y comerciantes del mercado de los jueves a ver quién tenía más derecho a montar antes y dónde. Faltaba la firma pertinente de la concejala Virtudes Amorós organizando el cotarro, pero estaba ilocalizable, supongo que tramando algo con sus compinches, y ni siquiera respondía a las llamadas de los sufridos funcionarios municipales.
O ésta otra, que es aún peor, aunque no sé a quién echarle las culpas, si a los concejales de Urbanismo, al de Obras, a la de Comercio y Policía, al de Sanidad o a la jefa de todos ellos, porque resulta que como el Paseo Chapí está en obras han cortado al tráfico Luciano López Ferrer y desviado la circulación hacia la estación de tren, incluidos los autobuses de Alsa, a los que les basta encontrar un furgón de seguridad o un camión de reparto en Banesto, o un coche de Viarsa aparcado Dios sabe por qué en plena curva y sin que nadie lo multe y se lo lleve con la grúa, para quedarse atascados y montar un tremendo pollo. Pero el problema no es el atasco en sí, sino que un autobús atascado no llega nunca a su destino. Y este mismo lunes se quedaron 8 personas sin poder llegar a tiempo a su cita en el Hospital de Elda, esperando como pasmarotes en los Piratas a que llegara un autobús que estaba inmovilizado a 200 metros de allí al tiempo que las personas que deberían prever, evitar o solventar estos problemas andaban explicando en ruedas de prensa y comunicados por qué no se hablan entre sí, se lían a palos en plena calle, se intercambian querellas y votan en contra de sus propios proyectos. Y mientras tanto, el autobús y el pueblo, literalmente paralizados.