Cultura

Villena Verano Cultural

Este verano, sin desmerecer los anteriores, está resultando una época donde triunfan las actividades culturales. Apenas damos de sí para abarcarlas; podemos (y debemos) elegir entre las múltiples alternativas de ocio que se proponen en nuestra ciudad: los barrios, el Teatro Chapí, las promotoras de espectáculos, la Sede Universitaria, la Casa de Cultura, los bares, el Cine Club, las Comparsas… Un listado que hace que Villena luzca un calendario cultural propio de una capital de provincia (¿se dice así?), que Villena disponga de una oferta de ocio donde poder elegir. Eso es bueno. Buenísimo. Tanto para nuestra población como para nuestras poblaciones vecinas. Como para el turismo llegado en AVE, o el llegado en autobús desde Benidorm.
Pero aunque el material es interesante, yo en mi ignorancia presiento tres problemas. O diré, queridas personas, que encuentro tres aspectos que me resultan preocupantes. En primer lugar el desorden, por decirlo pronto y claro. El desorden que no permite conocer y por tanto elegir entre toda la oferta programada cada semana en Villena. Y ya sé que son distintas las promotoras de cada actividad, y que pertenecen a ámbitos distintos. Pero no creo que eso deba ser impedimento para establecer un programa donde la suma de todas resulte el principal aliciente… Lo que enlaza y lleva al segundo punto: la promoción. Una presentación de tales actividades añadida a la de las principales e inexcusables visitas de nuestra ciudad: Castillo, Museos, etc. Porque como valor añadido dan muestra de nuestra diversidad y nuestro carácter. Hay que reconocer que podemos visitar la mayoría de los lugares emblemáticos de cualquier población al margen de la vida de esa ciudad. Podemos reconocer y disfrutar de su valor artístico y/o histórico, pero aún así no seremos capaces de percibir la idiosincrasia de esa ciudad, de su espíritu: aquí/ahora). Por eso pienso que si en Villena contamos con tamaña actividad cultural, sobre todo en estos meses de verano, debería promocionarse con similar valor al que disfrutan nuestras grandes insignias.

Como tercera y última cuestión, quizás más conflictiva, deberíamos abordar cuál es el papel que deben desarrollar nuestras instituciones públicas respecto al que presentan las iniciativas privadas y las asociaciones. Y vengo a este tema poniéndome de parte de estas últimas, con la conciencia de que deben ser las instituciones públicas las que se encarguen de completar el abanico de alternativas. Ellas deben ser quienes apuesten por la danza, la magia o el circo, si estas áreas quedan fuera de las actividades programadas, ya que así se fomentará la diversidad superando la discriminación que puedan sufrir por “minoritarias” o “deficitarias”. Esa es la labor de la Sede Universitaria como de nuestra concejalía de Cultura. Un trabajo importante pese a no resultar siempre justamente valorado.

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