Viñetas kafkianas
Abandonad toda esperanza, salmo 231º
A veces la peor competencia con la que puede encontrarse un artista es él mismo. Así sucedió cuando se publicó en España la adaptación del Génesis realizada por Robert Crumb. Todos los medios, especializados y -sí, ellos también- generalistas, se volcaron con la visión que del texto bíblico había pergeñado el maestro del cómic underground, haciéndose eco de lo más sorprendente del caso: la fidelidad del adaptador, lejos de las barrabasadas supuestamente heréticas que todos (incluido yo, lo confieso) esperábamos.
Lo malo del asunto es que el apoyo mediático que recibió aquel título acabó provocando que la siguiente obra de Crumb publicada entre nosotros pasara injustamente desapercibida: me refiero a Kafka, biografía con forma de novela gráfica redactada con la colaboración de David Zane Mairowitz, y en la que el creador del gato Fritz no solo se permite relatar la vida y milagros del escritor de Praga, sino que también comete la osadía (saldada con éxito) de adaptar varios de sus textos más conocidos en apenas unas páginas. Así, el lector de este volumen podrá saber "de qué van" sin necesidad de leerlos títulos como El proceso, El castillo o Un artista del hambre. Vamos, una herramienta perfecta para alumnos de Bachillerato que cursen Literatura Universal; y es que no hay que dejar pasar el detalle de que el título original del cómic en cuestión es un revelador Kafka para principiantes.
Entre las obras de Kafka adaptadas por Crumb está, claro, La metamorfosis, aunque no es la primera vez que este libro, el más celebre de su autor, se lleva a la historieta: Peter Kuper, autor de cuya obra me enamoré cuando lo descubrí -a él y a su simpática hija pequeña, que no lo soltaba ni a sol ni a sombra- en la Semana Negra de Gijón de hace unos años, ya se encargó de contar mediante viñetas la triste historia de Gregor Samsa, el comerciante que una mañana se despertó transformado en un horrible insecto. El cómic funciona a la perfección como relato fantástico gracias al trazo expresionista de Kuper, pero resulta indudable que una narración visual como esta pierde buena parte de la capacidad de sugestión de un relato que deja mucho a la imaginación del lector. Un relato, por cierto, del que todo el mundo recuerda su (estupendo) comienzo pero muy pocos su (a mi parecer) todavía mejor final.
Otro cómic que puede recordarnos al que hoy en día se considera como uno de los escritores más influyentes del siglo XX es Automatic Kafka. Y aunque la relación pueda parecer cogida por los pelos, sí es posible encontrar en este relato tanto la angustia vital como la experimentación formal (aunque en otro ámbito, claro) que siempre han caracterizado la obra de aquel. Por lo demás, esta historia protagonizada por un androide que abandonó su carrera de héroe al servicio del pueblo para convertirse en estrella de la televisión responde a un proyecto absolutamente personal con el que el guionista Joe Casey y el dibujante Ashley Wood se propusieron dinamitar desde dentro la industria del tebeo de superhéroes yanqui. El cómic, claro, fue un fracaso comercial, pero hoy en día debe leerse, tanto por el buen puñado de ideas que contiene como, sobre todo, por el espectacular trabajo de un ilustrador que puede considerarse como el más digno heredero de Bill Sienkiewicz, y eso es decir mucho.
Kafka, La metamorfosis y Automatic Kafka están editados por La Cúpula, Astiberri y Norma respectivamente.