¡Visca el Barça!
Pues eso, que pasaba yo por aquí y me he dicho, chico, por qué no me lanzo a la piscina y me dedico una temporada a eso de la política, y más ahora, que gracias al Consejo de la Mujer, y sus integrantes, y sus miles de seguidoras (no hay más que ver todos los correos que reciben en su programa de radio), estoy en plena ola de popularidad. Total, no tienes más que reunirte con tus compañeros de partido de vez en cuando, ir al Pleno una vez al mes, leer o sestear un ratico, hacer como que te indignas un jueves sí y uno no, levantar la mano cuando lo hacen tus colegas y cobrar como el que no quiere la cosa alguna dieta que otra, que tanto esfuerzo no merece menos, digo yo.
Pero claro, al pan, pan, y al vino, vino, que una cosa es ser político y otra bien distinta estresarse mucho, que hasta ahí podíamos llegar, y si uno tiene que firmar una moción de vez en cuando que no le jodan y se lo hagan hacer cuando su Barça del alma se está jugando la final de la Champions, que dicho sea de paso es algo que sólo parece suceder cuando gobiernan los socialistas en España y en Villena, manda huevos. Vamos, que no la firmo, coño. Que la Champions es la Champions y vaya usted a saber cuándo cae la próxima.
Y así es como se va escribiendo la historia, señora, con pequeñas anécdotas como ésta, capaces de aportar una sonrisa, un poco de gracejo y distensión al encabronado panorama político de la muy noble, muy leal y fidelísima. Claro que también puede haber quien piense que de sonrisas, gracejos y distensiones nada, que aquí lo que hay es una considerable falta de vergüenza porque no es de recibo que cuatro concejales electos no firmen una moción que presenta su grupo político porque el día que tocaba firmarla jugaba el Barcelona un partido de fútbol, teoría a la que me voy a apuntar yo, que me quedé a cuadros cuando me enteré del sainete protagonizado por mi estimado (una cosa no quita la otra) José Francisco Navarro en representación propia y de tres forofos más, cuatro concejales del Ayuntamiento de Villena que pusieron su afición por delante de su obligación, que no es otra que asumir lo mejor posible las responsabilidades que acarrea el cargo para el que voluntariamente se presentaron en las últimas elecciones locales bajo las siglas del Partido Popular.
Vale que uno se presenta pensando que va a ganar las elecciones de calle y a cobrar de recio cuatro añitos. Vale que en la oposición hace mucho frío, uno pinta muy poco y cobra aún menos. Vale que los cuatro mosqueteros-futboleros tienen contados sus días políticos, que la gente joven viene apretando mucho dentro del PP y a las viejas glorias ya les están enseñando la puerta de salida. Vale, incluso, que la intervención de José Francisco pueda ser considerada como un ejercicio de honradez y sinceridad por admitir públicamente lo que admitió pero lo que no a mí no me vale en absoluto es semejante muestra de dejadez y desprendimiento hacia una labor que asumieron sin que nadie les apuntara con una pistola y les obligara a ello.
Si están, están. Y si no, que se vayan y dejen correr la lista, porque a mí, como ciudadano de Villena, me entristece muchísimo y me cabrea aún más pensar que cuatro políticos no pudieron estampar una triste firma porque estaban viendo un partido de fútbol, por mucho partido del siglo que fuera.