Fiestas

¡Viva la Morenica!

En esta época del calendario, es el tiempo propicio para hablar de las tradiciones de un pueblo, Villena, la capital del Alto Vinalopó. Un pueblo con una idiosincrasia muy particular. Un pueblo cuyos habitantes afables y trabajadores esperan con anhelo, estas fechas para conmemorar sus raíces más intimas. Un pueblo, que como todos los habitantes de este país, están atravesando por una época de zozobra moral y económica. Un pueblo que no pierde la ilusión de ir hacia adelante, con todos sus proyectos de futuro. Una ciudad que le queda mucho camino por recorrer, para recuperar el bienestar perdido en estos últimos años. Una urbe que se levanta después de caer. Y ese mi pueblo.
Pero bueno estimados lectores, hoy de lo que quiero escribir es de otra cosa. De los sentimientos, que son muy difíciles de extrapolar a unas frases o palabras escritas, pero por lo menos, voy a intentarlo. Es el tiempo de hablar de lo que sentimos los villeneros y villeneras, por nuestra madre, Maria de la Virtudes, o como nosotros la llamamos cariñosamente “La Morenica”, por lo de su tez morena.

Estoy escribiendo sobre Ella y me emociono. Me tiemblan los dedos al teclear en el ordenador, las palabras que emanan de lo más profundo de mí ser. La Morena, para nosotros lo es todo. Es el apoyo en tiempos de desgracia. Es nuestra señera en tiempos de bonanza y alegría. Tanto es así, que siendo católicos o no, practicando la religión o no. Todo hijo de Villena, tiene una devoción muy especial, trasmitida por sus mayores, por Maria de la Virtudes. Tanto es así que muchas niñas nacidas en la población, sus padres le ponen como nombre Virtudes o como allí se les llama, Virtu.

Es tal el amor de la ciudadanía por sus Virgen, que todos los domingos del año su Santuario está repleto de visitas, no solo de los autóctonos, sino de muchas personas venidas de todos los puntos cardinales de la comarca. En su casa se celebran por devoción, muchas bodas, bautizos, etcétera. La Morenica mueve a masas de personas de todos los ámbitos y status sociales y de todos los parámetros ideológicos.

Es tanto lo que me gusta escribir sobre la Morenica, que necesitaría mucho papel y tiempo para reflejar lo cargado que estoy de emociones, tradición y sentimientos hacia la Virgen, de mi Villena natal. El último domingo, del mes de Agosto de cada año, se renueva una tradición, que se rompió hace ya algunos años. Pues anteriormente, era el día cinco de Septiembre de cada anualidad, comienzo de nuestras fiestas de moros y cristianos.

Toda la ciudadanía de Villena, se traslada al Santuario de la Morenica, en peregrinación, para arrancarla de su sede y traerla a nuestra ciudad. Donde va a permanecer, bendiciéndonos a todos, durante quince días, hasta que finalicen las tradicionales fiestas de moros y cristianos.

El esplendor supremo de las almas de los mortales, llega cuando la Virgen Morena procesiona a hombros de las villeneras, dentro de su templo y al unísono se escuchan los acordes del himno a la Morenica. Esta música que suena a celestial, para todos los villeneros y villeneras, que tienen la suerte de contemplar uno de los actos con más carga emocional de todos los festejos.

Las lágrimas afloran en las mejillas, de hombres y mujeres, de todas las condiciones, de todas las ideologías, de todos los pensamientos, de toda condición. Todos unidos como una piña, disfrutando y venerando a la Virgen, sonriendo a sus raíces y tradiciones. Acordándose de sus antepasados ausentes. En resumen, unidos en sentimientos y sensaciones que se funden en el ambiente que se respira.

Son actos que se celebran y que muchas personas ignoran, o no han podido todavía ver, aunque hay muchos años por delante para poder contemplarlos.

Hay otro evento maravilloso, que quizás salta a lo sobrenatural. Y es cuando la Virgen de las Virtudes, llega por primera vez, después de un largo año de ausencia, a la Arciprestal de Santiago y se eleva a los altares, en pleno altar mayor del templo, a los acordes de su himno.
Es sublime, no tiene adjetivos, porque desborda la alegría interior que sentimos los villeneros y villeneras. Ya tenemos a la Madre de Dios en la ciudad.

El ambiente se hace denso, cuesta respirar, las fiestas patronales y de moros y cristianos se aproximan. La ciudad se prepara y engalana. Lógicamente, con la austeridad económica que requieren estos tiempos. No por ello, restando brillantes y espectacularidad a estos días de desenfreno popular.

Nuestras tradiciones son tan importantes para cualquier hijo de Villena, en estos días de fiestas. Como prueba, lo que ha hecho nuestro Regidor del partido de los Verdes. Autorizar la tradicional corrida de toros del día siete, comportándose con ejemplaridad, como el alcalde que gobierna para todos los villeneros, eso es un político y es así como tiene que ser.

Pero no me quiero salir del contexto, estoy tratando el sentido espiritual que nos lleva a los villeneros a tener esta devoción suprema por la Virgen. Por eso, en un mundo radicalmente laico, donde se critica todo lo que huele a Iglesia, sobre todo, católica, visita a nuestro país del Papa, etcétera. Los villeneros y villeneras, tenemos muy claro, con independencia de nuestra ideología, formas de ser, maneras de sentir. Que nuestra guía y señera en momentos que surgen en la vida, nuestro apoyo indiscutible, es nuestra Madre celestial, Maria de las Virtudes, “La Morenica”.

Y aunque haya personas que no comulguen con nuestros sentimientos, esto nos da más fuerza para defender con más ahincó e ilusión las tradiciones más enraizadas en nuestras entrañas.
Por eso en estos días que vienen de fiesta, alegría y frenesí. Con los desfiles, en dianas y retretas, en alardos y embajadas, los hombres y mujeres que conforman las catorce comparsas, desde los moros viejos a los cristianos, pasando por todas las demás. Con las mujeres villeneras, exultantes y orgullosas de lo que representan como epicentro de la fiesta. El olor a pólvora del arcabuz recién disparado. El aroma a alábega, así es Villena en fiestas.

Por eso hay que olvidar por unas jornadas la cotidianidad diaria. Haciendo un paréntesis en nuestros quehaceres habituales. Pasemos página a los problemas que nos agobian e intentemos disfrutar de nuestras fiestas, son una vez al año. Merecen que dejemos las mentes en blanco y nos dediquemos en cuerpo y alma a hacer de nuestros festejos unos de los más importantes y brillantes que tiene la provincia de Alicante y la Comunitat. Siendo conocidas a nivel nacional, e incluso rompiendo las barreras de países de nuestro entorno.

Solo me queda aprovechar este artículo, que me brindan los medios de comunicación, para desear a todos mis paisanos y paisanas, unas felices fiestas de Moros y Cristianos 2011. Y como decimos en Villena: “día cuatro que fuera y lo pasao, pasao está.”

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