Apaga y vámonos

¡Viva la Reypública!

Puestos a terciar en el debate que nos ocupa, el otro día caí en la cuenta de lo bien que se está sin Monarquía ni República, como cuando hay elecciones y el gobierno saliente queda en ese limbo denominado “en funciones”, momento en el que los políticos no hacen ni deciden nada más allá del traspaso de carteras pero el país, bien apoyado en técnicos y funcionarios, sigue a su marcha sin echarlos de menos en absoluto.
Y algo parecido sucede ahora, pues si las Cortes aceptaron la abdicación del rey el día 11, pero hasta el día 19 no proclaman al nuevo monarca… nos encontramos con un intervalo de 8 días entre Pinto y Valdemoro sin que España se haya venido abajo, estado que un buen amigo ha descrito muy gráficamente: en realidad, estamos en Babia (y eso que mientras escribo estas líneas aún no ha comenzado el Mundial).
 
Coñas aparte, soy de los que piensan que esta Monarquía que tan bien ha funcionado durante años –fíjense si es moderna y ejemplar que va a heredar el trono el tercer hijo porque las dos mayores son mujeres– está a punto de gripar, en parte por sus propios pecados, y en parte por el fango de inutilidad y corrupción en que retozan desde hace años los dos grandes partidos. Así las cosas, servidor se muestra partidario del referéndum sobre la forma del Estado como elemento legitimador de la Monarquía –una especie de 23F para Felipe VI–, más que nada porque estoy convencido de que los partidarios de ésta ganarían de calle la votación, acallando así muchas voces y ganando 30 o 40 años más antes de que alguien vuelva a plantear este debate con seriedad (ojalá para entonces formemos ya parte de los Estados Unidos de Europa y se ponga fin a tanta cháchara absurda sobre Borbones o nacionalismos de aldea i botifarra).   
 
¿Y de dónde te sacas tú, tío listo, que ganaría la Monarquía? Pues es una simple percepción, aunque en realidad me da lo mismo, porque aquí lo importante es que se respete el derecho a decidir, que ya somos mayorcitos. Y si ganan los partidarios de establecer una República, pues perfecto, porque será la decisión de los españoles.
 
Eso sí, en tal caso me encantaría que Felipe de Borbón se presentara a las elecciones para Presidente de la República. Parece una persona sensata; no hay dudas de su formación y experiencia internacional; habla varios idiomas (¡vergüenza que ninguno de nuestros presidentes lo haya hecho jamás!) y encima nadie le podrá acusar de ser del PP o del PSOE, en todo caso y como mucho del Atleti, que por lo que se ve curte e imprime carácter. Y es que, por si no habían caído, como nos convirtamos en republicanos tenemos todas las papeletas para que acaben de Presidente personajes como González, Aznar o ZP. Y servidor, qué quieren que les diga, no está por la labor de volver a aguantar a ninguno de los tres.
 
¿Se imaginan un Borbón elegido democráticamente como Presidente de la III República? Sería la leche. ¡La segunda Transición! ¡Un puntazo para la Marca España! Y una nueva palabra a incorporar al diccionario de la RAE.

¡Viva la Reypública! (*)
 
 
 
(*) Ya me gustaría a mí, pero semejante genialidad no es de mi invención. ¡Vuelve, AFD, aunque sea de cabo

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