Vivirla

Esta simple palabra y que tanto abarca, es la que mejor indica lo que Lisboa merece cuando la visitan. Hay que vivirla como es, una ciudad para pasear por sus intrincadas callejuelas que conforman un urbanismo de imposible diseño caótico donde el encanto y la melancolía les acompañarán en su ruta. La ciudad de siempre y la ciudad moderna vibrante, en constante ebullición que conforman el ayer y el hoy de una “ciudad posada sobre el Tajo como ciudad que navega”, que diría de ella el escritor portugués José Cardoso Pires.
Lisboa es para contemplarla desde lo alto, construida sobre siete colinas, desde cualquiera de sus miradores quedarán hipnotizados ante la belleza de una ciudad adornada por los azules del río Tajo.
 
Comer en las tabernas de siempre, tapear en sus bares de toda la vida o visitar los restaurantes y tiendas de moda donde devorar una capital que no cesa de evolucionar y reinventarse.
 
En su visita experimentarán el verdadero sentido del deja vu que suelen escuchar sin quizás saber su auténtico significado. Cordial, familiar, soñada y soñadora en una ciudad donde hay que ir y vivirla. La proximidad les permite desplazarse en poco tiempo, vuelos económicos y ofertas siempre encontrarán. Cualquier momento es el idóneo porque siempre les espera y aunque no para de evolucionar la ciudad de siempre permanece esperando su visita. Encontrarán ideas para un fin de semana y hasta para tres días, y es que un día más, solo un día, son otras veinticuatro horas para vivir Lisboa. Cualquier tiempo es bueno, solo hay que ir.
 
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