Abandonad toda esperanza

Volver a ser niños

Abandonad toda esperanza, salmo 378º
Con el cine fantástico ha ocurrido lo mismo que con otras manifestaciones de la cultura popular como la novela negra o el cómic de superhéroes: que los que crecieron con él son hoy adultos que han hecho de su pasión su profesión y han elevado a la categoría de arte lo que en su origen no pretendía ser más que una manera de ganarse la vida. Así, realizadores como David Cronenberg o Tim Burton son mucho más autoconscientes de su estatus de lo que lo fueron en su día maestros como Tod Browning o Terence Fisher. El último en sumarse a esta nómina con todas las de la ley es Guillermo del Toro, que desde que debutó con Cronos no le ha sido infiel al género en ninguno de los títulos de su ya prolija filmografía. Después de que se frustrase su proyecto de adaptar En las montañas de la locura (nos tendremos que conformar con las ilustraciones de Enrique Breccia e I. N. J. Culbard, lo que no es poco), podemos disfrutar ahora de Pacific Rim: la película más espectacular del año y la prueba de que se puede ser fiel a tus principios trabajando para los grandes estudios con un presupuesto de muchos millones de dólares. Como dijo alguien, el mexicano ha conseguido hacer realidad los sueños húmedos de una legión de aficionados sumando en una sola película dos tradiciones muy afianzadas gracias al manga y al anime, el kaiju eiga (películas de monstruos) y los mecha (robots gigantescos), y enfrentarlas en la gran pantalla con todo el ruido y la furia de los que ha sido capaz... pero sin olvidar lo que ha hecho de él un realizador muy superior a la mayoría: las motivaciones de sus personajes y la apuesta por una estructura narrativa tradicional que recurre a conceptos tan universales como el héroe, el honor o la redención. Y todo ello, con un envoltorio tan reconocible que cualquiera sabría que la película es suya aunque viniera sin firmar.

El que quizá ha sido saludado demasiado pronto como autor de cine fantástico es el sudafricano Neill Blomkamp, que después de sorprender a medio mundo con la magnífica District 9 y siguiendo el ejemplo de otros como el mismo Del Toro ha dado el salto a Hollywood. El resultado es Elysium, otro relato distópico pero con mucho más presupuesto, estrellas como Matt Damon y Jodie Foster al frente del reparto... y un resultado bastante menos redondo: sin dejar de funcionar en todo momento, se nota más de lo debido el choque entre su voluntad de seguir siendo fiel a un universo propio basado en la denuncia de las injusticias sociales y un intento por ofrecer un espectáculo de acción puro y duro. Además, esto es algo que ya ha hecho en un par de ocasiones el que sin duda es el autor por excelencia del cine fantástico de las últimas décadas, el gran John Carpenter, aunque muchos críticos no hayan podido o querido darse cuenta todavía.

Aprovechando el espacio que me queda, y ya que hablamos de robots de tamaño descomunal, no puedo evitar comentarles que aunque apenas tengo recuerdos de los dibujos animados de Mazinger Z que se emitían por la tele siendo yo muy pequeño, he disfrutado mucho leyendo ahora el cómic original de Go Nagai: una delicia que se mantiene sorprendentemente fresca gracias a su sentido del humor, a sus osados apuntes metanarrativos y a algunas gotas de inocente erotismo, y cuya revisión deja bien a las claras que es una de las muchas referencias que, de forma consciente o no, maneja Guillermo del Toro en su nuevo film. Si como al director de Pacific Rim o a un servidor les queda todavía algo de los niños que fueron, échenle un vistazo.

Pacific Rim y Elysium se proyectan en cines de toda España; Mazinger Z está editado por Norma.

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