Para Francisco José Torreblanca Díaz,
gran amigo y primer cómplice en la lectura y el coleccionismo de cómics
Hubo un tiempo de inocencia y candor, mucho antes de que dispusiésemos de Internet y de la posibilidad de hacer pedidos online, en el que todavía sobrevivían la venta y el intercambio de tebeos de segunda mano en pequeños negocios o en mercadillos itinerantes. Una época, a comienzos de los años ochenta, en la que aún se podían encontrar cuadernillos, muchos de ellos en formato apaisado, que habían sido publicados por editoriales que ya ni siquiera existían. De esa forma pude leer, sin ir más lejos, un gran número de entregas de la popular serie Roberto Alcázar y Pedrín, obra que generacionalmente no me correspondía pero que como he señalado antes podía encontrarse todavía en según qué puestos de venta. Lo mismo me ocurrió con el otro gran bestseller del tebeo patrio: El Guerrero del Antifaz. Creado en 1944, es nada menos que el héroe de cómic más vendido de todos los tiempos en nuestro país.
Pero si en cuanto a la pareja de luchadores contra el crimen creada por Juan Bautista Puerto y Eduardo Vañó Pastor sí llegué a coleccionar un gran número de ejemplares que lamentablemente se perdieron en la bruma de tiempos pretéritos, en el caso de la inmortal creación de Manuel Gago no llegué a comprar ninguno pero creo que gracias a los préstamos de mi buen amigo y tocayo Fran Torreblanca pude leerlos todos. Al menos, todos los episodios incluidos en la hoy mítica colección conocida como “Homenaje a M. Gago”: una reedición de la serie original en noventa y ocho tomitos en formato horizontal y marco de color azul que vio la luz a partir de 1981, un año después del fallecimiento de este legendario guionista y dibujante vallisoletano afincado en Valencia. Por lo que recuerdo vagamente, el padre de mi amigo que a su vez es amigo de mis padres, Antonio Torreblanca, los había ido adquiriendo todos poco a poco en buena parte porque un personaje muy secundario se apellidaba como él y ese detalle le había parecido de lo más simpático.
Ahora, cuatro décadas después, este personaje fundamental para entender la historia del tebeo español pasa a formar parte por fin de mi colección gracias a Dolmen, una editorial que dedica buena parte de su catálogo a la encomiable labor de recuperar títulos incunables de la historieta: desde las páginas y tiras de prensa estadounidenses de autores como Hal Foster, Milton Caniff, Lee Falk o Alex Raymond a obras señeras del cómic británico más añejo como Spider, Mytek el poderoso o Zarpa de Acero. A estos títulos con una forma de entender la narración gráfica que despierta la nostalgia de los lectores más veteranos, la editorial dirigida por Vicente García suma ahora la intención de publicar diversas obras relacionadas con el personaje más celebrado de Manuel Gago: historias clásicas, nuevos álbumes ambientados en el relato de la colección original, aventuras actualizadas al siglo XXI, novelas, antologías con material nuevo y hasta el final del histórico último “Continuará” de la serie original.
De este modo, el regreso de este caballero cristiano de rostro enmascarado y espada ágil arranca con dos volúmenes publicados a comienzos de este mismo mes de noviembre: por un lado, la colección Nuevas aventuras de El Guerrero del Antifaz pretende reeditar (por vez primera, además) en once lujosos volúmenes en cartoné la colección homónima publicada a finales de los años setenta a modo de continuación de la reedición de la serie original -esta vez coloreada y en formato vertical-, que contaba (una vez más) con un gran éxito en los quioscos por aquel entonces. En la entrega inaugural, los primeros cuadernillos de esta serie que modernizaba al personaje pues ya no estaba obligada a someterse a los estragos de la censura franquista vienen muy bien acompañados de una emotiva presentación a cargo de Marisa Gago, hija del autor (téngase en cuenta que los herederos de aquel han colaborado con Dolmen a la hora de facilitar la restauración de las páginas originales y aportar materiales extra nunca vistos); un prólogo a cargo del maestro Carlos Giménez, el autor de Paracuellos y Barrio; un extenso artículo de Eduardo de Salazar, que recorre la compleja historia editorial del personaje desde su creación hasta la actual entrada en escena de Dolmen; un primer capítulo del análisis del cuaderno de bocetos del autor con comentarios de Antonio Domingo Gómez Rodríguez; y un detallado texto biográfico de Gago firmado por ambos especialistas; todo ello acompañado de un suculento aporte gráfico. Una delicia, vaya.
Por otra parte, El Guerrero del Antifaz: El impostor es una obra concebida hoy que puede leerse también como un homenaje: una nueva aventura que cuenta con guion del citado Eduardo de Salazar y con dibujos de Miguel Quesada Ramos, a la sazón sobrino del creador del personaje. En esta ocasión, el Guerrero del Antifaz y su escudero Fernando siguen recorriendo territorios en los que se enfrentan cristianos y musulmanes cuando llega a sus oídos la noticia de que el famoso hijo de Alí Kan se ha establecido como jefe de una banda de salteadores; acto seguido, el enmascarado decide investigar la identidad del líder de los bandidos sin saber que eso le llevará a recordar un pasado que trataba de olvidar... Como se ve, estamos ante una aventura de aroma clásico pero que no reniega de una cierta mirada contemporánea. Todo ello, en un formato más cercano al álbum europeo, pues estamos ante un cómic de unas cuarenta y ocho páginas a todo color encuadernadas en tapa dura, que vienen precedidas de un prólogo firmado por el gran Luis Alberto de Cuenca, y que demuestran la vigencia del personaje cuando han pasado casi ochenta años desde su primera aparición, que se dice pronto.
Llegado este punto, solo puedo asegurarles que volver a ser testigo de las aventuras de este caballero ha sido una auténtica gozada: a pesar de que en sus páginas están bien patentes esa inocencia y ese candor de los que les hablaba al principio de esta columna, una vez el lector es capaz de abstraerse y leerlo como lo leía o habría leído en el momento de su publicación original, no puede sino disfrutar de las idas y venidas de Adolfo de Moncada, conde de Roca, y su álter ego de identidad oculta, su fiel escudero Fernando, su esposa Ana María y otros personajes fundamentales de esta suerte de relato de aventuras mezclado con culebrón sentimental y ambientado en una Edad Media, la nuestra, tratada con la libertad anacrónica que exige el más absoluto y muy disfrutable sense of wonder de su tiempo (¡Piratas orientales! ¡Samuráis! ¡Guerreros ataviados con armaduras del estilo de Mazinger Z!). Ahora solo queda esperar que las ventas vayan bien para que así podamos seguir disfrutando de más obras relacionadas con este capítulo fundamental de nuestra historieta. De momento, la editorial ya ha anunciado la publicación de Orígenes, donde la propia Marisa Gago narra la gestación del héroe, toda su historia, el trasfondo verídico del personaje de Alí Kan (la eterna némesis del protagonista) y otros muchos datos jugosos sobre la obra. En resumidas cuentas: no estoy al tanto de si mi antiguo compañero de la habitual ruta sabatina que pasaba por Alvi, Pujalte, mi añorada librería Alfa, Coro y Solera a la caza de nuevos y codiciados cómics de superhéroes seguirá leyendo tebeos; pero en lo que a mí respecta... ¡Voto a bríos que quiero más de El Guerrero del Antifaz!
Nuevas aventuras de El Guerrero del Antifaz y El Guerrero del Antifaz: El impostor están editados por Dolmen.
El pie de foto debería decir «Eduardo de Salazar, Miguel Quesada Ramos, Marisa Gago y Vicente García» para corresponderse don el orden.
El pie de foto se obtuvo de aquí, y se respetó el orden:
https://www.rtve.es/noticias/20221110/guerrero-del-antifaz-cabalga-nuevo/2408623.shtml
Si es erróneo, pido disculpas por la parte que me toca (que es toda), y queda hecha la corrección aquí.
Gracias por la visita… y enhorabuena por tu labor.