Wonder Women
Abandonad toda esperanza, salmo 351º
Es inevitable que cada vez que alguien se propone llevar a cabo una labor tan desagradecida como la de dignificar culturalmente al cómic se acabe mencionando que Maus fue galardonado con el Pulitzer (un caso único hasta la fecha) o que Watchmen fue elegido por los críticos de Time como una de las cien mejores novelas escritas en inglés desde 1923, año de fundación de la revista (tres cuartos de lo mismo). A partir de ahora también podrá citarse otro tebeo pionero: La niña de sus ojos, de Mary y Bryan Talbot, es el primero en obtener el prestigioso Costa Book Award en la categoría de biografía. Por mi parte, nada que objetar dada la brillantez con que la guionista establece un paralelismo entre su propia experiencia vital y la de Lucia Joyce a partir de su relación con sus respectivos progenitores, ambos escritores irlandeses que compartían nombre de pila y cuyas esposas se llamaban de igual modo: Nora. Pero si el padre de Mary, autoritario y distante a un tiempo, era el crítico James S. Atherton, el de Lucia era otro literato con algo más de renombre y en cuya obra se había especializado aquel: James Joyce. Una novela gráfica fascinante que dibuja el propio marido de la guionista, y que no es otro que el autor de aquel imprescindible homenaje a la inmortal obra de Lewis Carroll: Alicia en Sunderland.
A modo de interconexiones entre unas obras y otras, Joyce hace acto de presencia testimonial en otras dos novelas gráficas cuyas protagonistas son citadas igualmente en La niña de sus ojos, y que como la hija de aquel son personajes históricos femeninos cuyo innegable talento artístico siempre fue de la mano de problemas personales vinculados a la fragilidad de su estado mental. Un ejemplo de libro al respecto es el de Virginia Woolf, protagonista del estupendo cómic biográfico que firman Michèle Gazier y Bernard Ciccolini. En sus páginas, los autores se niegan a reducir a la autora de Las olas al estereotipo de artista depresiva (que también lo era) y se preocupan por mostrar también su lado luminoso, recurriendo a su época de juventud junto a su familia o a los mejores años de su matrimonio con Leonard Woolf, con quien fundó una editorial que tuvo la osadía de rechazar el Ulises de Joyce. El resultado es un álbum exquisito que aquí publica una de esas editoriales a las que, de verdad, les gusta la literatura (lo que, lamentablemente, no es algo que pueda tomarse por axioma hoy día).
Si el marido de Virginia Woolf juega un papel fundamental en esta obra, todavía es mayor la presencia del esposo en Superzelda, la autobiografía de Zelda Fitzgerald realizada por Tiziana Lo Porto y Daniele Marotta. Qué menos, tratándose del mismísimo Francis Scott Fitzgerald, autor de El gran Gatsby y paradigma junto a su esposa de la frivolidad que poblaba los cenáculos intelectuales de los felices años 20. Así, la presente novela gráfica parece, más que la autobiografía de esta mujer de personalidad arrebatadora, un retrato del matrimonio que no se olvida de sus largas estancias en París el mismo que describieron Hemingway en París era una fiesta y Allen en Midnight in Paris, Roma o un turbulento Hollywood que todavía se nutre de las ficciones de Fitzgerald (él, no ella). Así pues, se trata de una obra indispensable para aquellos que quieran conocer a la musa que inspiró parte de A este lado del paraíso o Suave es la noche, como indispensables son los otros dos títulos protagonizados por estas superheroínas de una nueva era donde los amantes de la literatura también leen tebeos. Por soñar, que no quede.
La niña de sus ojos, Virginia Woolf y Superzelda están editados por La Cúpula, Impedimenta y 451 respectivamente.