Estación de Cercanías

¿Y ahora qué?

Si digo que no me sorprendió la noticia falto a la verdad, máxime cuando me la soltaron a bocajarro reciente aterrizada de Mallorca, pero desde la interpretación que da el espacio para leer, reflexionar y poner orden en esta avalancha de malas nuevas no queda descuadrada de su demarcación lógica, que ha sido el crujido definitivo a meses y meses de enfrentamientos, de apoyos a la confianza cara a la galería y de actitudes unipersonales que no han tenido en consideración el por qué pueden estar peleando desde un sillón municipal, ni los unos ni los otros.
Porque a mí personalmente, llegados a este punto, poco me interesa qué bando o persona es o han sido los responsables últimos que nos han llevado a este caos municipal, intolerable sin excusa. Muchos son los calificativos que se han venido utilizando para definir esta situación; la han denominado patética, desastrosa, esperpéntica, desproporcionada, han dicho que es un circo, un espectáculo kafkiano, o de Almodóvar, siendo el calificativo más conciso, preciso, correcto y directo el de vergonzoso en todos y cada sus puntos cardinales, pero en especial y principalmente en el que señala directamente a la imagen que se nos trasmite a los villeneros y villeneras, que venimos acudiendo boquiabiertos a esta niñada más digna de patio de escuela que de unos señores y señoras que deben ser espejo de nuestro pueblo, que para esta labor se presentaron voluntariamente.

Hoy sólo siento la necesidad de exigir que, de inmediato, acudan a su debe de recuperar el nombre de Villena, que, arrastrado de emisora en emisora, sólo hace patente la cara más engreída e intolerante de la política practicada por aficionados que solo ven a su pueblo como rampa de lanzamiento. Porque ahora que ya nos han contado los que unos han dicho de otros, ahora que ya sabemos que los expulsados no tienes líneas telefónicas, ni correo electrónico, ahora que ya se ha hablado de veladas amenazas, de pulsos, de listas cerradas y disciplinas de grupo, ahora que ya sabernos todos que Camps y Ripoll tienen el don de la ubicuidad y están con todos al mismo tiempo y que el PP ha tomado el ayuntamiento como su sede social y ha traspasado a esta casa del pueblo sus disputas, sus aplausos y sus muestras de apoyo, emborronando momento y lugar, ¿ahora qué?

¿Que nos espera después de este respetable, y si me apuran hasta sensato, arranque de valor? Porque el círculo no se cierra hasta hacer coincidir sus dos extremos; uno ya está orientado, la ruptura es definitiva y de dominio público, situación que tiene la gobernabilidad y control de nuestro pueblo paralizado en su totalidad, por lo que se hace obligatorio que se acojan de inmediato, porque el tiempo pasa y la dejadez se agranda, a completar la secuencia de cuales quiera de las formas posibles. Valiente cree en la posibilidad de soluciones, y yo creo en la necesidad de que sean llevadas a término para ayer, se llamen moción de cesura, acuerdo in extremis que acabe con la ya demolida credibilidad de unos y otros, o entrega de sus actas de concejales para permitir que otros trabajen y a su vez devuelvan de forma inmediata la normalidad a nuestro ayuntamiento, pues nuestro nombre está muy por encima de todos ellos. Quién iba a pensar que, en apenas dos años, la añoranza por aquellas discusiones sobre soterramiento de vías, centro de ocio o agua de calidad, que tanto hastío y desgana repartieron, sería tan profunda. Por cierto, ¿qué habrá sido de aquellos sabios que crearon una plataforma anti-parking? Sus palabras también se añoran, ahora que se les ha caído el mito.

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