Y la niñita lo ha mirado asustada apretando fuerte su plumier de las Monster High
Eran las 8:46 de esta mañana, y desde esta ventana de mi habitación, que como usted ve está en una primera planta, he visto a la señora del segundo piso del edificio de enfrente tendiendo ropa en su balcón, y cómo se le ha caído una camisa de cuadros que ha planeado grácilmente hasta el chato pero frondoso árbol que está justo al lado del paso de cebra, posándose en una rama y motivando que tres pájaros hayan alzado el vuelo, pero sin generar una situación excepcional, simplemente han volado hasta el árbol más cercano, bajo el cual estaba uno de los gatos de nuestra calle
ese blanco que tiene una oreja negra, y que ya tenía compuesto el típico gesto de alerta flexionando las extremidades y mirando fijamente las mangas que parecían dotadas de una caprichosa vida propia debido al ligero viento, e inmediatamente después ha salido corriendo, ha trepado por el tronco del árbol y ha saltado sobre la camisa a cuadros, provocando, ahora sí, que diecisiete pájaros hayan salido despavoridos emitiendo un gorjeo histérico mezclado con un rumor de hojas agitadas, y como suele ser habitual en estos casos, algunos de los pájaros, más concretamente ocho, han aprovechado el espasmo de volar sobrecogidos por el pánico para desprenderse de residuos orgánicos excedentes, diseminando por una zona de veintidós metros cuadrados sus pequeñas bombitas silenciosas, de las cuales siete no han tenido consecuencias comentables, pero una de ellas ha ido a caer en las gafas del ciclista que en ese momento estaba a punto atravesar el paso de cebra, que se ha visto tan sorprendido por el pegote en el cristal que ha girado el manillar y ha resbalado por el pavimento mojado deslizándose hacia la acera, donde una mujer y su niñita de unos ocho años acababan de cruzar el paso de cebra, creando una situación de alarma y provocando que la niñita hiciera el gesto instintivo de retroceder dos metros, colocándose de nuevo en el paso de cebra y causando que un coche que venía en dirección contraria frenara sonoramente, aunque el coche que venía tras él por desgracia no ha tenido tantos reflejos y le ha golpeado en el maletero, dejando en el aire un sonido seco a plásticos deformados, y el conductor del primer coche ha abierto la puerta con ímpetu y váyase usted a saber con qué intenciones, sin darse cuenta de que más atrás también venía una moto adelantando, que ha chocado con la puerta escupiendo al motorista, que ha volado por el aire y ha caído de espaldas en medio del paso de cebra, justo al lado de la niñita, que lo ha mirado asustada apretando fuerte contra su pecho lo que parecía ser un plumier enorme de plástico decorado con las Monster High, y generando la clásica escena de terror y preocupación en todos los que estaban a cierta distancia, aunque era evidente que los acontecimientos ya se habían detenido. [Pausa.] Sí, exactamente diecisiete pájaros, de los cuales ocho evacuaron. [Pausa.] ¿Ese póster monumental con números, sobre mi cama? Son las ecuaciones pormenorizadas de todos los vuelos de El Halcón Milenario en La guerra de las galaxias. [Pausa.] Por cierto, con toda probabilidad la camisa de cuadros habría volado hasta el segundo árbol, si no fuera por el peso del agua del lavado. [Pausa.] Ah, vale. Que solamente le interesa lo del coche y la moto. [Pausa.] Para lo que usted necesite, señora agente.