Testimonios dados en situaciones inestables

Y los colocamos desnudos en habitaciones vigiladas por la más alta tecnología

Creo que estamos de acuerdo en que el bien común es lo primero, que toda investigación debe ir encaminada a ayudar a la mayoría. Eso no merece ningún debate. Todos estamos de acuerdo. Y también sabemos que investigar en esa dirección conlleva pequeños y puntuales sacrificios. Esto es así desde el principio de los tiempos. Un progreso casi siempre viene acompañado de su ración de sufrimiento. Esto tampoco merece un debate. [Consulta algo en su tablilla como para no perder el hilo de su exposición, y el pelo largo y liso le encierra momentáneamente el rostro en una dulce caverna de cabello.]
Nosotros trabajamos en un nuevo y delicado campo, encaminado a dibujar un mapa exacto y útil de las circunstancias deseables en casos de extrema precariedad vital. Para ello hemos empezado a trabajar con tres grupos que claramente entran dentro de esta categoría: desnutridos del tercer mundo, drogadictos y enfermos. Por supuesto, llevamos un control exhaustivo de todos sus datos: edad, altura, peso, sexo; en los casos de drogadictos: el tipo de adicción, informe general del drogadicto antes de empezar a consumir (situación familiar, trabajo, ficha psicológica...), fecha de los primeros consumos, periodo de consumo considerado de alto riesgo, consecuencias del consumo en su entorno (familia, amigos...); en los casos de los enfermos de dolencias incurables: clase de enfermedad, los antecedentes y hábitos saludables, tipo de trabajo y posible incidencia en la enfermedad, las convicciones religiosas y/o trastornos existenciales; en el caso de los desnutridos del tercer mundo: su país de procedencia y las circunstancias concretas de ese país (política, renta, clima…), datos de la familia de origen, informes de su exigua dieta si la hay, coloración de la piel, etcétera.

Es necesario este control para poder vaciar los resultados posteriores con rigor y racionalidad. [Nos dirige una breve y magnética sonrisa profesional que viene a decir “¿o qué se creían ustedes?”.] Primero los colocamos por categorías y en número de diez en habitaciones vigiladas por la más alta tecnología. Los colocamos allí desnudos y sin ningún objeto, para evitar usos peligrosos o perversos o esperanzadores, y en ayunas de al menos un día, para que todos estén en la (más o menos) misma situación inicial y no haya grandes ventajas. Después recreamos en esas habitaciones un clima hostil bajando la temperatura hasta niveles infrahumanos, y entonces, por una pequeña obertura que hay en la puerta, les lanzamos un abrigo. Nuestro trabajo consiste en registrar todos los detalles de lo que sucede en la habitación hasta que tan solo uno de ellos sobrevive.

Luego repetimos todo el proceso reuniendo los supervivientes de los grupos previos en una nueva habitación y en número de diez, para depurar los resultados. De este modo, esperamos llegar a datos concluyentes que nos digan con un margen de error aceptable qué desnutridos del tercer mundo, drogadictos y enfermos terminales son preferibles por su resistencia y capacidad de supervivencia, y así poder crear políticas sociales orientadas a conseguir solamente este tipo de nuevos y mejores individuos en estado terminal. De hecho, ya deberíamos estar en disposición de ofrecer unos resultados concretos, pero los pobres desgraciados no colaboran con más determinación y hasta ahora ninguno ha llegado al final de las pruebas. ¿Alguna pregunta?

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