Cultura

Y mañana qué

Sabemos, o deberíamos saber, que Villena, como muchos otros lugares, suma un gran número de tesoros que desde tiempos más próximos a tiempos inmemoriales han ido legándonos las personas que por esta localización han transcurrido.
De su estancia en nuestra ubicación han quedado joyas como el tesoro, el Castillo de la Atalaya, iglesias y ermitas, la plaza de toros o el Teatro Chapí. Otros legados no han corrido la misma suerte, el tiempo en unas ocasiones y la intervención humana en otras han hecho desaparecer obras que sólo gracias a nuestro archivo municipal sabemos que existieron. Es el caso de la Torre del Reloj, por ejemplo, esa situada en la Plaza Mayor donde cada cierto tiempo aparecía a saludar nuestro Orejón, llegando a ser tan famoso como para tomar el nombre de la torre para convertirla en la del Orejón. Este elemento ha ido apareciendo esporádicamente desde hace ya algún tiempo en conversaciones, investigaciones y proyectos. Incluso tal elemento llegó a ser objeto de conflicto en estos Días Felices, desde donde quiero volver a saludar a Pepe Pastillo, alguien que tiene mucho que ver con la corriente que desea recuperar dicha figura y cuya defensa me merece todo el respeto.

Pero no se trata únicamente de la intención de recuperar la Torre del Reloj de lo que intento hablaros. Porque la lista de elementos a recuperar, restaurar, proteger, es larga y onerosa. Recuperamos la herencia de nuestros antepasados que a su vez entregaremos a nuestra descendencia y, salvando el merecido respeto a tal acción, no nos preguntamos por aquello que realmente la Villena de hoy aporta a este legado, ¿la fuente de la Plaza del Rollo, el Parque del Molino, el edificio de la Casa de la Cultura tal vez? No es difícil la elección, es casi imposible, aunque puestos a hurgar seguro que encontramos aportaciones que merezcan la pena, tales como la escultura de Pedro Marco en el vial, por ejemplo. Parece que cuando alguien no tiene nada que aportar, no tiene nada que hacer, puede dedicarse a organizar los cajones del buró, a reparar o restaurar algún viejo mueble o a organizar los libros de su biblioteca. Pero si ese alguien tiene su granito de arena que aportar, cuando su creatividad, su iniciativa, le mueve a la actividad, entonces se dedica prioritariamente a trabajar en su proyecto, a crear el hoy, a inventar el mañana. Por nuestra parte, queridas personas, es poco lo que vamos a aportar, escasa nuestra presencia en el mañana de Villena. Seremos parte de las generaciones mantenedoras de su herencia, nada más. En nuestro loable empeño por conservar lo que nos encontramos hemos olvidado que también debemos dejar nuestra aguja clavada en esa inmensidad que supone el eje cronológico.

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