Y os digo que me importa una mascarilla facial de pepino si estáis ya todos muertos
Para que os quede bien claro, pequeño rebaño de psicóticos niñatos delincuentes, para mí, en este punto, estáis todos muertos, ¿leéis mis labios? Para mí estáis todos muertos, o como poco tullidos; o como poco en chirona, durmiendo con un ojo abierto por si, ya sabéis, los viejos capos desdentados muestran un desproporcionado interés por vuestros jóvenes y suaves culitos...
Y la verdad, me importa una mascarilla facial de pepino si estáis ya todos muertos, o tullidos, o en chirona, porque son vuestros temerosos culos nada bronceados los que están en juego. Me importa un litro de Chanel Nº 5 que tengáis el mismo futuro que la depilación con lija. No es mi problema. Estáis aquí porque os habéis pasado de listos. Repito: listos. Sin edad para tener carné de conducir, pero atropellando gente inocente; listos. Sin edad para votar, pero cometiendo estupideces con armas blancas y de fuego; listos. Me importa un kilo de crema Regenerist de Olay que seáis estúpidos y estéis ya muertos, pero esa pobre gente que se cruzó en vuestro camino..., lo pienso y... [Presiona una tecla del portátil y se proyecta una imagen en colores deprimentes: sobre un paso de cebra, una de esas brillantes mantas isotérmicas de emergencia tapa casi por completo un cuerpo que se adivina femenino por los pies y el brazo que asoman dislocados. Alrededor hay marcas de sangre restregada, y de un lateral de la manta asoma un charco de sangre que forma sobre el sucio asfalto una península fantástica de bordes suaves.] No sé, pensad que podría ser vuestra novia; o vuestra hermana; ¡o vuestra madre! Vale, vale, ya veo que la madre no se toca. Niñatos; listos. Hace cuatro días pintabais arte moderno en las paredes de vuestra chabola con vuestra caquita de niñitos y os comías los mocos para merendar, y ahora os tatuáis estúpidos dragones y chorradas y os hacéis cortes de pelo criminales y os reís de una forma estúpida de chulitos de barrio analfabetos que dan ganas de vomitar. Listos; me importa un afeitado en Truefitt & Hill vuestros estúpidos tatuajes y vuestras estúpidas sonrisitas de chulitos ignorantes, y no me vengáis con la monserga esa de que habéis tenido infancias terribles en familias desestructuradas. Desde hoy se ha acabado toda esa cobarde porquería autocompasiva. Eso que escucháis son los Village People, ¿está claro? Me importa un tratamiento de papaya, plátano, aceite de oliva, miel y yogurt para el cabello dañado si ahora os gustan o no o si dentro de doce semanas estáis muertos o tullidos o en chirona. Ahora estáis aquí, bajo mi ala, y os voy a exprimir hasta la última gota de sangre como si fuerais el último tubo de champú reparador de puntas que quedara sobre la tierra. Ahora sois mis peluches de vudú, mis muñequitas diabólicas, y vais a aprender a lavar, marcar, teñir y a diferenciar un Waterproof de un Water Resistant; vais a saber lo que es un Granny Hair, un Knit Not y un Shag, Long Shag; el Peeling no va a tener secretos para vosotros, y vais a desear que todo el Ácido Hialurónico del mundo caiga sobre vuestros rústicos y poco atractivos cuerpecitos para hidratarlos hasta el hueso. Y ahora abrid esos estuches personalizados de manicura y maquillaje de Estee Lauder y apretad vuestros culitos de niñitos malcriados y rezad para que no me repita la psoriasis capilar o el eczema labial durante los próximos tres meses de vuestras míseras y agrestes vidas.