Cartas al Director

Ya vuelve la monotonía

Una vez ha ardido el monumento fogueril en la noche mágica de San Juan, de sus cenizas emerge un nuevo año de ilusión y tradición compartida por todos los alicantinos y alicantinas por hacer de su fiesta del fuego, uno de los arraigos más profundos del tejido social de esta urbe.
Los días de alegría y desenfreno popular ya han terminado. Hay que volver a la realidad cotidiana, aunque aun nos quedan hasta el día de San Pedro, los fuegos artificiales que se dispararan, como es tradición, desde la playa de Cocó, que hace que cada noche se concentren en la arena de la playa del Postiguet miles de moradores de la urbe para ver este espectáculo pirotécnico que tanto nos agrada.

Aunque también es cierto que ha comenzado el verano y con él, días luminosos y noches calurosas. Periodo de vacaciones para muchas personas de las que aun están trabajando, porque conservan sus puestos de trabajo. Ya que para otras, continúa su calvario diario de la búsqueda de uno de los derechos que marca nuestra Constitución y que no ha sabido salvaguardar. Como el de que cada ciudadano del país tenga un puesto de trabajo digno que le permita subsistir y mantener a su prole. Aunque este deseo no se va a poder cumplir en muchos años, hasta conseguir el pleno empleo.

Pero debemos ser optimistas, que para eso ha entrado con mucha fuerza el nuevo Ejecutivo de Mariano Rajoy. Y pensar que los recortes a todos los niveles que se están ejecutando, pronto se recogerán los frutos de estos dramáticos tijeretazos, que no están dejando indiferente a nadie, sobre todo a la casi extinguida clase media acomodada que ha desaparecido por completo.

Es cierto que hace tan solo unos años vivíamos en una burbuja de bienestar social que quizás se había inflado mucho. Pero la ciudadanía no tiene la culpa de intentar conseguir el máximo bienestar para los suyos.

Los poderes políticos son los que lo sabían, porque había marcadores significativos que indicaban que esa burbuja nos iba a explotar en la cara, como así ha sucedido, desapareciendo de un plumazo los espejismos del estado de bienestar.

La verdad es que estamos jodidos, perdonen estimados lectores el adjetivo, pero es que es así. Mientras el dinero y el consumo no se muevan, mientras los bancos no den créditos a nadie, mientras no se pongan a la venta las miles de casas que tienen estas entidades, con fórmulas innovadoras de alquileres con derecho a compra, mientras no se dinamice el fluido de dinero, este país no va a salir adelante. Y sobre todo, mientras los políticos no se pongan de acuerdo en la forma de consensuar políticas de empleo, pero no para facilitar el despido de medio mundo, sino todo lo contrario, para dinamizar el crecimiento del empleo con políticas de descuentos y subvenciones que hagan más atractivo para el empresario la creación de puestos de trabajo.

Es difícil, pero creo que lo vamos a conseguir. Aunque está claro que no a corto plazo, y el problema es que hay personas que necesitan ayuda inminente y la sociedad actual no está preparada para dar esa repuesta de auxilio a todas las personas que la necesitan en estos momentos.

Aun así, el optimismo debe predominar en estos momentos de zozobra económica y moral. Y debemos pensar que todas las medidas que están ejecutando nuestros gobernantes son para nuestro bien común. Así sea.

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