Yo podría seguirla de cerca disfrazado de sirvienta vietnamita
Las personas famosas se complican la vida continuamente. Uno, al final, no tiene más remedio que pensar que para ellas es como un vicio, que no pueden evitarlo. [Tamborilea tres veces con ambas manos sobre sus rodillas.] Por ejemplo: piense en Angelina Jolie, una mujer rica y famosa, que podría tener todo lo que le diera la gana, y sin embargo no se le ocurre otra cosa que juntarse con Brad Pitt, un tipo guapo y también rico y famoso.
Es decir, la tía podría tener lo que quisiera y va y se mete en la boca del lobo hasta el fondo. Y no contenta con eso, se dedica a adoptar niños con nombres impronunciables y de países que no hay forma de encontrar en el atlas y a quedarse embarazada en años alternos, sepultándose bajo cargas y responsabilidades enormes; a lo que hay que añadir lo de interpretar películas intensamente emocionales o de correr sin parar con pistolones tan grandes como misiles chinos y las continuas campañas publicitarias y humanitarias por medio mundo. ¿Se da cuenta? Es como si tuviera un imán que cada vez atrae más masa inestable a su vida llevando el sistema a un punto crítico de colapso. Y luego, claro, vienen las inevitables representaciones de amor/odio con su padre o quien se le ponga por delante cuando tiene el día torcido. ¡Y digo yo! [Se luxa los nudillos con energía.] ¿No sería mejor para ella, por ejemplo, elegirme a mí como soporte, un hombre calmado y completamente vulgar en apariencia y objetivos, un hombre equilibrado que le ayudaría a mantener la perspectiva adecuada en su mundo de locos? Yo sería el contrapunto perfecto para Angelina Jolie. Ni siquiera tendría que saberlo nadie. Podríamos habilitar una pequeña habitación contigua a su dormitorio, y practicar una entrada secreta a través de uno de los armarios de su enorme vestidor. Cuando se retirara a altas horas de la noche, yo le proporcionaría la paz necesaria para que su inquieta alma encontrara el sosiego redentor que desesperadamente busca con todas esas acciones caritativas. Sí, ya sé que se pasa media vida viajando por el mundo, pero eso tampoco sería un problema para nuestra relación, ya que siempre viaja con un numeroso séquito de asistentes y asesores y otros chupasangres cualificados, de modo que yo podría diluirme en él y seguirla de cerca disfrazado de sirvienta vietnamita, aunque me costara horas y horas diarias de maquillaje y caracterización. Mi capacidad de sacrificio es una de mis mejores virtudes. Yo me entregaría en cuerpo y alma para que ella tuviera una verdadera vida privada, algo real sobre lo que construir un futuro. Le leería en voz alta los guiones, remendaría sus calcetines, me encargaría de ese fotógrafo demasiado indiscreto, le daría masajes en los pies después de un duro rodaje, educaría con amor y disciplina a todos sus hijos sin hacer distinciones entre adoptados y carnales, le conseguiría hombres jóvenes con los que saciar su deseo y después me desharía de ellos sin dejar rastro para evitar incómodas noticias y demandas. La haría libre; [se muerde un padrastro del dedo meñique de la mano izquierda] si me dejaran salir de aquí.