Zapatero a tus zapatos
Abandonad toda esperanza, salmo 112º
No se hagan ilusiones: no me voy a descolgar a estas alturas con una columna de opinión política sobre nuestro Presidente. Seguiré en mi línea de no mojarme y hablaré de cosas absolutamente intrascendentes, como el cine, y de dos estrenos que creo merece la pena destacar porque ponen de manifiesto esa cruel realidad que supone el admitir que en muchas ocasiones lo más novedoso no es precisamente el mejor camino a seguir, sino que a veces conviene respetar a tus mayores. O a lo mejor es que estoy pasando por una etapa más a lo John Ford que a lo Jean-Luc Godard. O, simplemente, que me hago mayor.
Lo del refrán viene al hilo de La vida interior de Martin Frost, la nueva película como director de ese escritor tan (merecidamente) admirado que es Paul Auster; un film que, como no podía ser de otra manera, tiene por tema principal la propia literatura, algo tan querido por el autor de El palacio de la luna: el protagonista es un escritor de éxito que decide retirarse a una casa de campo con el fin de encontrar inspiración para su nuevo libro. Dicha inspiración tomará la forma de una misteriosa mujer con la que establecerá una relación romántica y sexual. Pero conforme aquel arranca a escribir, ella comienza a padecer una misteriosa enfermedad...
De esta forma, el film es una fábula sobre la creación literaria, una historia protagonizada por un escritor y su musa, como la Calíope de Neil Gaiman, pero en formato cinematográfico; un medio que Auster parece no dominar todavía (recuerden lo decepcionantes que resultaron Blue in the Face y Lulu on the Bridge, sus anteriores películas), pues el film es demasiado deudor de los tics del escritor que está tras la cámara, como una voz en off reiterativa y literaria en exceso, y que echa por tierra la propia crítica del film: en un momento determinado, un aspirante a escritor le cuenta al protagonista, de forma pormenorizada, el argumento del relato que acaba de pasarle para que lo lea, como si no confiase en su propia capacidad para que el cuento se explique por sí solo.
Frente a propuesta tan arriesgada y por ello irregular, resulta reconfortante encontrarse en la cartelera con Deseo, peligro, el último film del taiwanés Ang Lee, que tras la aplaudida Brokeback Mountain regresa a su país para narrar una historia en la línea de clásicos como Casablanca o Encadenados: un relato ambientado en la China de los años 40 y protagonizado por una joven actriz y miembro de la resistencia ante el invasor japonés, que se verá obligada a prostituirse por la causa al mantener relaciones con el director de la Policía Secreta.
Un film este, que ha levantado ampollas por sus explícitas escenas de sexo, censuradas en Estados unidos y China, pero que aquí sí podemos ver y que permiten comprobar que solo en la desnudez de los protagonistas podemos entender la paradoja de sus máscaras. Si deciden ir al cine, no se pierdan esta maravilla a la antigua usanza; y si optan por quedarse en casa temerosos del invierno exterior, pueden leer el guión de La vida interior de Martin Frost: al ser una película tan poco cinematográfica será, lamentablemente, como si hubiesen ido a verla.
La vida interior de Martin Frost y Deseo, peligro se proyectan en cines de toda España; La vida interior de Martin Frost (el guión) está editado por Anagrama.