Literatura

“Mi secreto” (Concurso de Relatos Breves San Valentín 2013)

Abrí la puerta sutilmente y dejé que mis ojos la observaran. Estaba tan bella como siempre; piel blanquecina y marrones ojos cautivadores… No quise que notara mi presencia para no interrumpirla de su mundo imaginario. Era incapaz de apartar mi mirada de cuan hermosa mujer. Su cabello negro yacía enroscado en una espesa coleta que dejaba asomar un atisbo de rebeldía… Era joven y dulce, sensual y a la vez despiadada… en ocasiones me hería con crueles palabras y otras me elogiaba y me hacía sentir el ser más especial de su universo. Discutíamos por cosas triviales. Reíamos y llorábamos, gritábamos, corríamos y deshacíamos caminos y montañas, preguntas, respuestas y un mundo convertido en nostalgia y recuerdos escondidos ahora en algún lugar de ese rincón donde ni el reloj ni las horas existían.
La bata blanca de satén bailaba hasta sus rodillas, dejando al viento sus brazos nacarados. Iba descalza. Siempre le gustaba… y canturreaba una canción delante del espejo mientras liberaba su frondosa melena sobre los hombros. De tanto en tanto pausaba su melodía para decir alguna frase cuan si de una actriz de cine se tratara, dirigiéndose al público de detrás del espejo de su vieja cómoda…

Me vio. Sonrió. Me invitó a que pasara con un contorneo de cintura y cogió mi mano delicadamente mientras me dirigía al viejo sillón aterciopelado que descansaba en la esquina de los sueños liberados. Sin emitir palabra se sentó y comenzó a dibujarme, o desdibujarme, con su mirada de color arena… El deseo comenzó a apoderarse de mí y cerré los ojos para dejarme llevar hacia el vaivén de su tacto y sus delicados dedos sobre mi piel…

Tan pronto tomé conciencia de su cuerpo enlazado al mío me atreví a deslizar mi mano por su vientre, zigzagueando hacia un recóndito rincón desconocido donde se escondía el éxtasis más puro en toda su esencia. Llené su alma de placer mientras vaciaba mi cuerpo de locura y sentí una colisión extraña similar a chispas celestiales y gemidos de todos los colores, iluminando el cuarto oscuro y nuestra soledad.

Un remolino de emociones comenzó a trepar por todo mi cuerpo y tuve la sensación de estar elevándome al paraíso. Vi un arcoíris, estrellas, lunas y soles por encima de mi firmamento estelar. Desfallecí en el momento de llegar al clímax de nuestro cielo particular. Y comprendí lo mucho que la deseaba.

Me incorporé del sillón y volví a ponerme la bata de satén, recogí mi cabello ondulado y me dirigí al espejo para observarme. Mis labios destacaban sonrosados y mis mejillas lucían como dos manzanas rojas recién cogidas del jardín prohibido. La intensa emoción que precedía hacía unos instantes dejó paso a un extraño rubor y timidez abrumadora en mi conciencia. Estaba ofuscada y confusa ante el placer que le había regalado a mi cuerpo. Me preguntaba si aquello estaría bien. Y mientras aguardaba una respuesta, me limité a esconder mi secreto en la almohada sin hacer ruido dejando que se convirtiera en una sublime fantasía a la espera de que, mientras seguía amándome, mi cuerpo volviera a despertar.

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