Cultura

“Págame mi actuación…

…y no me cuentes tu vida”. Se trata del nombre de un grupo creado en la Red Social. Lejos han quedado ya aquellos grupos dedicados a “Señoras que…”, donde el personal se apuntó más riendo la gracia del título que comprometiéndose con el contenido o la intención del grupo. Porque poco se puede reivindicar bajo el lema de “Señoras que se tapan la cabeza con bolsas de plástico cuando llueve”. A no ser que realmente el grupo esté compuesto por estas señoras y su unión pretenda por ejemplo defender algún derecho perdido, lo cual no estaría de más dada la facilidad con que perdemos los derechos últimamente: como con falta de apego.
Pero no. Ahora los grupos en las Redes parecen haber perdido el interés por resultar graciosos en su denominación, a favor de resultar útiles en cuanto a su contenido informativo y a las relaciones que las personas vinculadas a ellos pueden establecer. En el mencionado se trata obviamente de artistas que comparten los mismos o parecidos contratiempos. A saber, groso modo, los problemas con la Sociedad de Autores, la subida del IVA, el excesivo retraso en los pagos por parte de los espacios públicos, los regateos en la contratación… Y por supuesto todos los mencionados anteriormente pueden darse al mismo tiempo: te regatean el precio de contratación de tu espectáculo, ofreciendo la taquilla a cambio de un alquiler de la sala, o una parte de la taquilla, o parte del caché y parte de la taquilla. En tal negociación se pone en cuestión quién asume el pago de la SGAE –de la que por cierto y curiosamente no sabemos nada tras la “fuga” de su anterior directiva–. Después a la compañía le toca pagar un IVA que ha tenido que asumir en su producto sin sumar ese 13% al precio anterior. IVA que tendrá que abonar religiosamente pese a no haber cobrado su actuación. Por lo que podría ocurrir que tras abonar el transporte, dietas y alojamiento, tengamos que pagar el IVA de una factura que no se cobrará hasta dentro de… Lo que podría suponer soportar por cada actuación unas pérdidas del 70% del precio convenido durante los meses oportunos hasta el cobro.

Pero no son todos estos asuntos administrativos los que más llaman la atención del grupo en cuestión. Es otro tipo de reivindicación. La que tiene que ver con la dignidad: de la persona y del trabajo. Por eso quería traer a esta página una de sus últimas declaraciones, que vendrían a decir algo así: “Miles pagan 1,30 euros por un café que le costó céntimos a la compañía, se prepara en unos minutos y desaparece con un solo uso. Pocas personas pagan 0,99 euros por una canción que es única, costó gran esfuerzo y tiempo y puedes reproducirla las veces que quieras”. Poco más que decir.

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