Educación

25 aniversario de la Promoción Salesiana 1982-1983

El tiempo, el juez sabio e inapelable que avanza inexorable, al final terminó haciéndose presente al recordarnos que hace 25 años, casi 90 chicos dejamos atrás los Salesianos: a nuestro Colegio Salesiano. Eran los tiempos de la E.G.B. En septiembre de 1975, dio comienzo un nuevo curso y los que en 1983 concluimos los estudios, entramos por el portón mochila en mano. Ocho años nos esperaban entre aquellos muros, junto a cientos de exámenes y experiencias de todos los tipos.
Pasó el tiempo y aquellos ocho años, tal y como empezaron, llegaron a su fin. Señores, nuestra primera “jubilación escolar” había llegado: se terminaron las clases, los exámenes -aunque luego vendrían muchos más en otros sitios-, la gimnasia, las filas del recreo, el “a formar” y “a cubrirse” reglamentarios –que luego volverían a sonar en la milicia-… Todo desapareció de la noche a la mañana, incluido D. Javier y su famosa campana. Y hablando de la campana, no es cierto que la odiáramos por campana… sino por lo dura que era y los chichoncitos que dejaba. En definitiva, una nueva vida comenzaba.

La cita era en los Salesianos a las 18:45, del pasado sábado. En la iglesia, a los pies de Maria Auxiliadora y con los antiguos camaradas de clase a derecha e izquierda, como en cientos de ocasiones en el pasado, se nos dio la bienvenida por parte de D. Gabriel. Recordamos los viejos tiempos así como a los profesores y compañeros –Cañizares, Enrique, José y Novella-, que se fueron para no volver. Subimos a ver a María, visitamos la antigua capilla y nuestras clases de 7º y 8º, con toma de posesión de nuestros antiguos pupitres de madera. ¿He dicho pupitres? Mejor lo dejamos en mesas y sillas verdes de dos piezas. ¡La clase era infinitamente más pequeña de lo que yo la recordaba! Bajamos al patio y en las escaleras sobre las cuales hace 25 años nos retratamos para la historia, hicimos lo propio.

La “Salvadora” nos aguardaba. La primera sorpresa fue que los organizadores habían hecho unas orlas, impresos con el Himno Salesiano y además, confeccionado unas camisetas con los colores reglamentarios –insisto-: verde para los de “A” y naranja para la clase de “B”. Unos colores que cuando se implantaron, a más de uno nos llenaron de curiosidad: lo del famoso verde eléctrico y naranja butanero… tenía su cosa. Entre un plato y otro, volvieron a sonar las viejas canciones que habíamos cantado otros cientos de veces, en nuestra pasada etapa escolar Salesiana: “Su concierto han entonado, las campanas clamorosas, al que vemos coronado de laureles y de rosas…”. Por unos instantes, segundos si se quiere, volvíamos a casa.

Nos gustaría darle las gracias a todos los profesores que a lo largo de aquellos años, ejercieron como tales con el firme propósito de inculcar en la mente de aquellos niños y luego jóvenes, unos valores y principios culturales y religiosos en los cuales nuestros padres y ahora mismo nosotros, creían y creemos. Todos sin excepción y cada uno con su librillo, intentaron darnos lo mejor de sí para que nosotros tuviéramos la mejor de las vidas posibles. ¿Qué en ocasiones hubo sus más y sus menos? Por supuesto que sí, pero quien esté libre de pecado… que tire la primera piedra. ¡Cuantas cosas nos resultaban entonces incomprensibles y 25 años después, con hijos de por medio, se nos han vuelto lógicas, naturales, necesarias y “de cajón”!

También nos gustaría darle las gracias a los organizadores de este reencuentro: Jesús y Molina por “A”, y Montilla, Parodi y José Antonio por “B”. Las “… grandes empresas” que diría Felipe II, siempre han sido cosa de unos pocos. Dijo Escribá de Balaguer que siempre es la locomotora la que tira de los vagones, y no al revés. Han hecho un necesario y buen trabajo que todos hemos reconocido. De cara al futuro, contar con nosotros.

Aquellos tiempos, los idos y añorados, fueron una etapa que seguimos sintiendo en el corazón. Y más ahora que la vida, nuestra vida, avanza ya imparable. Han pasado 25 años, pasarán otros 25 y sólo Dios sabe si los siguientes 25, tendremos que negociarlos.

Sería maravilloso que al final de nuestros días, como “ultima ratio” si se quiere y a los pies de Maria Auxiliadora, pudiéramos seguir disfrutando de la amistad de los viejos camaradas de clase, volver a cantar aquellas viejas canciones y contarles a nuestros nietos que allí mismo, en otros tiempos y otras circunstancias, también nosotros fuimos jóvenes y Salesianos.

José Vicente Arnedo Lázaro
Promoción Colegio Salesiano de Villena 1982-1983.
8º A- Número 3.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba