A ver quién lo saca más grande
Esta semana se ha celebrado el Debate sobre el Estado de la Nación, el último de esta legislatura que, por fin, empieza a ver su final. Yo no lo he seguido entero, me he quedado con algunas pinceladas, las suficientes como para darme cuenta de unas cuantas cosas que siempre siguen como están.
Definitivamente nuestros gobernantes no se enteran del país en el que viven o acaso yo vivo en un país distinto del suyo, no lo sé. Los problemas sobre los que debatieron, en la mayor parte de los casos, no son los problemas que preocupan a la ciudadanía o, tal vez para ser más exacto, la forma de plantear los problemas y la escasa aportación de soluciones que realizan, no es lo que el ciudadano quiere escuchar y necesita escuchar.
Varios medios de comunicación y miembros de la oposición han catalogado la intervención de Zapatero de mitin de polideportivo, y en parte es la misma sensación que me causó a mí. Un discurso triunfalista que dibujaba una España preciosa que, para nada, es real. Ausencia de autocrítica en esos temas en los que ha metido la pata hasta no poder más, qué le vamos a hacer, es así de solemne.
Lo peor es que enfrente tenía a un Rajoy que tampoco supo sacar partido de tantos y tantos fiascos que llevamos vistos en esta legislatura. El empeño en que se saquen las actas de las reuniones con los terroristas me resultó casi pueril a estas alturas, porque ya se ha demostrado el error de ZP al querer pactar con ellos; una vez más la tregua sirve para rearmarse y volver a meternos unos años de muertes injustas, innecesarias, crueles y cobardes. Estaba en su derecho, desde luego. Todos los presidentes anteriores tuvieron su oportunidad y parece ser que a buena parte de España le parece razonable que no se aprenda de las experiencias anteriores y se vuelva a intentar. Todos ellos dicen y dirán lo mismo: Parece que ahora se dan las condiciones adecuadas. Ya lo ve Ud. que sí, ¿no?
Pero el esperpento, a mi juicio, ha llegado esta vez de la chistera de Zapatero, quien, como quien anuncia regalos, megáfono en mano, en la repisa de una tómbola: 2.500 euros por niño, señores. Ni 1.000, ni 2.000 que le doy 2.500 euros, señora. Nos daba la sensacional noticia con la que pretende incentivar el crecimiento vegetativo de nuestro país. Eso es política social, ¡toma ya! Pero no crean que acaba la cosa ahí. Escuchando Onda Cero me entero de que mi admirado (lo admito) President de la Generalitat ha hablado de que esa medida la van a poner en marcha en nuestra Comunitat pero elevando el esperpento, digo el importe, a 4.000 euros. ¡Menuda chistera! Vamos señora, que parir en Madrid está peor pagado que hacerlo en Cullera, aunque haya mejor agua.
Los nacionalistas, dicen, se han puesto de uñas porque las transferencias en materia de política social les fueron transferidas y resulta que semejante caramelico ya no lo pueden ofrecer en las próximas elecciones Ahí se ve la verdadera intención de esta medida meramente electoralista.
Porque, digo yo, si es cierto que el crecimiento vegetativo de España está en unas 30.000 personas / año y dicen los expertos que condena a la ruina del país, ¿de verdad no hay otras medidas a más largo plazo para incentivar la procreación? A muchos se les llenó la boca con ayudas a la familia numerosa y me río yo de esas ayudas; a otro se le ocurrió subvencionar con 3.000 euros a las mujeres mayores de 35 años que se autoemplearan y no hubo partida presupuestaria o ésta fue ridícula...