Fiestas

Ademán

Sobre la Cabo Georgina María Soriano Maestre

Cuando como público tenemos la ventura de contemplar un desfile de las Fiestas de Moros y Cristianos, ora de Villena, ora del resto del mundo, además del envolvente ambiente que lo invade todo o del paso acompasado por cadencioso de los festeros, hay otro factor que marca la diferencia entre lo usual, lo “normal” y la excelencia: el cabo… por ser el eje sobre el que pivotan público, festeros y música en un todo armónico.

Del cabo depende que su escuadra conecte con el público y viceversa en un flujo constante de sensaciones y estados; no es tarea fácil si se quiere alcanzar la madurez en su oficio en la perfecta simbiosis entre los factores principales: personas (festeros y público), vestuario (moro, cristiano, etc.) y música (pasodoble, marcha mora, marcha cristiana o la más antigua que es la marcha militar).

Los abuelos maternos de Georgina fueron Antonio Maestre Beneito (agricultor) y María Gil Sáez, siendo los paternos Manuel Soriano Soriano (procurador tribunales) y Georgina Abad Pérez;  Manuel fue socio de la extinta y rumbosa comparsa de Americanos. Nacida en una familia festera el 29 de mayo de 1976, sus padres son Antonio Soriano Abad y Paquita Maestre Gil; Antonio inició su andadura festera en los Moros Viejos y hoy día, junto a Paquita, son Moros Nuevos. De su feliz matrimonio nacerían Georgina y Rubén, que también es Moro Nuevo.

Los estudios la llevaron por las Paulas, Navarro Santafé, CEU Valencia (Relaciones Públicas), Derecho (UMH Elche) y capitán de yate (Universidad de Murcia). Actualmente trabaja como administrativa adjunta a dirección de una empresa de hidrocarburos. Está casada con Elio Cabanes Sanchis (alférez Moros Nuevos 2018) y sus hijos se llaman Hugo (capitán infantil 2013 Moros Nuevos) y Bruno (alférez infantil 2018 Moros Nuevos). La plaza de cabo la ocupó en 1994 y hasta 2019, unas veces como tal y otras como cabo de las Fatimíes, nunca ha faltado a su cita; allá por 2014 recibió un homenaje del Colectivo de Cabos de Villena y después llegó su 25 Aniversario como cabo. Sobre las Fatimíes adelantar que para 2021 estamos preparando un especial por su 10 aniversario.

 "Decía Antonio Machado que Caminante, no hay camino: se hace camino al andar. De niña participé en los desfiles de las comparsas de Bereberes (un año incluso de cabo infantil), Contrabandistas y donde más tiempo estuve de niña fue en la comparsa de Moros Viejos, cuando la mujer no era todavía socia de pleno derecho y mi padre por entonces era Moro Viejo. Cuando la mujer se incorpora de forma oficial en los Moros Nuevos, año 1991, por amistades de mis padres ingreso en esta comparsa; concretamente gracias a Ague Navarro, la hija de Diego Navarro “borrego”. He pertenecido a la directiva de la comparsa de Moros Nuevos durante los años 2018 y 2019 en las labores de la vicesecretaría, y en este último año a la directiva de la Junta Central de Fiestas de Villena con las responsabilidades de RRPP y Protocolo, andadura iniciada en el 2019 al finalizar el mandato de la comparsa de Moros Nuevos. En principio compaginaré las responsabilidades de la JCF con el año que participe como cabo de la escuadra especial Fatimíes y el año que no sea así, la dedicación en fiestas será exclusiva para la JCF.

 Si ser cabo responde a una figura peculiar en la fiesta per se, como otros cargos que también reúnen otras muchas características dentro de la fiesta, serlo en Villena responde a tener que diferenciarse por la idiosincrasia que cada comparsa impregna en el estilo de cada cabo de forma indudable y que aquí entendemos desde muy jóvenes. No son el mismo estilo ni maneras incluso de cabos del mismo bando y diferentes comparsas; visualmente no pedimos ni esperamos la misma fuerza. Además lo enmarcamos todo en los elementos que, a mi entender, un cabo debe armonizar y que son: sentido musical, calidad de movimiento y gallardía en Villena mucha, teniendo en cuenta que como la mujer desfila aquí no desfila en ningún otro sitio con frescura y descaro bien entendido”.

 En los inicios de la mujer en la fiesta allá por 1988 y por ende de los cabos femeninos, se encontraba una imitación al cabo masculino que fue disipándose. En mi caso siempre he querido darle un tinte simpático y coqueto, además de no llevar arma como tal; mis elementos han sido un rosario turco auténtico de cuentas de cristal, elemento nunca antes utilizado en ornamentación para cabos; dos penachos de plumas, uno para cada mano; un bastón de mando con la insignia de la comparsa de Moros Nuevos; algún año sin elemento alguno y es que 25 años de cabo dan para aportar a la fiesta más allá de los elementos tradicionales.



 Si ser festero es atarte a tu ciudad con hilos que te fijan a tus raíces, a recordar y reencontrar amistades y situaciones, unas emotivas y otras anecdóticas, disfrutar de la fiesta como cabo también responde a una vocación de servicio; es obvia la función estética del cabo pero más importante es la de control del desfile, la transmisión entre público y escuadra o primeras filas, de las emociones que nos empujan con la música. Importantísimas las primeras filas del bloque pues marcan el ritmo del resto de filas, esté donde esté el cabo en sus evoluciones. Además, esa importancia se multiplica en las primeras filas en la comparsa de Moros Nuevos pues en nuestras intempestivas Cabalgatas aparecen nuestros característicos “abanicos”, santo y seña que acompaña nuestro desfile marcial a marcha militar y que se transmiten generación tras generación sin ensayos previos y con los mismos gestos particulares de cada cabo año tras año”.

La historia conviene que la dejemos escrita por una razón: si el día de mañana alguien quisiese conocer nuestra historia festera, podrá acudir a un viejo libro y allí, orlados en letras, encontrar a los que fueron en primera persona los protagonistas del momento. Elucubro que para entonces nosotros sólo seremos sombras que eso sí… supieron dejar en negro sobre blanco su entonces maravilloso presente.

Por: JOSÉ VICENTE ARNEDO LÁZARO.Premio de Investigación Histórica  "Francisco J. Domenech Mira", Caudete, 2019.




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