+ Agua – Palabras
Perdone Ud., Sr. Montilla, que le cambie el eslogan, el caso es que la cosa de esta columna va con usted por varios motivos. Téngalo a bien y no interprete mal nada de lo que le voy a decir en ésta, mi columna, que podría ser una carta abierta. Una carta que espera respuesta, como siempre he tenido de usted, Sr. Montilla, con sus argumentos, con sus puntos de vista, con sus opiniones y siempre, siempre, con sus muestras de respeto y empatía hacia este que le escribe. Respuestas, algunas de ellas, que el pueblo de Villena merece escuchar, necesita escuchar, y respuestas, otras, que entran más en el ámbito de la intimidad, de la sana amistad, y que bien podrían ser tratadas con una manzanilla y una Coca-Cola por medio.
Me consta, Sr. Montilla, que Los Verdes están, por definición, en contra de los trasvases, y que la excepción a la regla es, precisamente, el del Júcar-Vinalopó desde el Azud de la Marquesa. Respeto sus convicciones, entre otras cosas porque, estoy seguro, cualquier miembro de esa asamblea sabe mucho más que yo de temas medioambientales. En muchas ocasiones la ignorancia técnica es adecuadamente sustituida por el sentido común, y en este caso, cuando las aguas del Azud son tan tóxicas como dicen que son, como se demuestra que son, mi sentido común no comprende que para Los Verdes, defensores como nadie de un futuro sostenible, sirva como argumento válido aquel de que esas aguas se tornarán buenas antes de llegar a Villena. Muchos somos los que pensamos que Los Verdes tienen mucho que decir y aportar a este respecto, y muchos somos los que desearíamos escucharles explicaciones objetivas que nos tranquilicen sobre el futuro.
Aquí, Sr. Montilla, usted lo sabe, no hay crítica escondida, le habla un ciudadano que, creo, le ha demostrado en varias ocasiones ser digno de su confianza y leal a la amistad recién nacida entre ambos. Alguno dirá, con razón, que podría pedir explicaciones, también, a los que han alentado este trasvase y que no nos han aportado dato alguno sobre la salubridad de esta agua, o a los eurodiputados que faltaron a una votación que podríamos calificar de crucial. Creo que ante tanta omisión, esas explicaciones y la credibilidad de las mismas, resultarían casi tan turbias como el agua objeto de la polémica.
Cambio de tema, Sr. Montilla, y no me ponga esa cara, hombre. No se rasque la barba preguntándose por dónde voy a salir ahora y eso sí, mantenga esa sonrisa que acaba de esbozar. Hasta aquí llegó la parte fea de mi columna. Ahora toca la agridulce, un poco triste, pero en todo caso sentida y escrita desde el más profundo respeto y aprecio personal. Sabe usted, Sr. Montilla, que he mantenido puntos de vista discrepantes en algunas de sus actuaciones como concejal, he criticado algunas de sus campañas y reconozco, se lo he dicho en persona, que en ocasiones he llegado a estar verdaderamente enfadado. Creo que usted habrá sabido percibir en algunas de mis críticas la preocupación real por los problemas que vive nuestra sociedad y en todo caso, estoy seguro de que ha podido observar en esas mismas críticas una apuesta por la colaboración, por la reflexión y la búsqueda de una mejora constante. Nuestra divergencia ideológica ha sido complementaria, nunca motivo de enfrentamiento. Que cunda el ejemplo.
Ya termino Paco, de persona a persona, de amigo a amigo. Me viene a la mente una frase que, estoy seguro, te sonará: Si te vas, la política pierde, pero ganan tu familia y tus amigos. En ese mundo tan agrio de la política, yo encontré un amigo.