Turismo

Algunos pros y contras de unas Fiestas siempre en fin de semana

¿Se imaginan que las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena coincidieran siempre con fin de semana? ¿Que invariablemente el desfile de la Entrada se realizara viernes por la tarde y la Cabalgata sábado por la noche; con el resto de actos siguiendo el orden tradicional? ¿Qué beneficios traería? ¿En qué nos perjudicaría? Sin ánimo de generar polémica, ni de resultar contradictorio, expongo algunos posibles pros y contras de unas fiestas siempre en fin de semana:
Pros
- Podrían pensar que el primer “pro” va a tratar sobre el turismo, y la necesidad de atraer cada vez más visitantes. Pero no. El primer y, en mi opinión, principal punto a favor para que las fiestas sean siempre fin de semana son los propios villenenses. Pensemos en cómo ha cambiado el panorama laboral en las últimas décadas, con cada vez más villenenses viviendo o trabajando fuera de nuestra ciudad. Esto no se daba tanto hace unas décadas, cuando la mayor parte de la población activa de Villena trabajaba en las fábricas locales de calzado. Pero en la actualidad, que las fiestas caigan entre semana lleva a muchos paisanos a no poder disfrutar de nuestros días grandes, precisamente por estar afincados o tener el puesto de trabajo lejos de nuestra localidad. Y lo mismo sucede con aquellos que estudian lejos de aquí, o cuyo curso académico ha empezado ya esos días. Esto es muy importante porque, al fin y al cabo, la mayor parte de socios y socias de las comparsas son villenenses, y lo mismo sucede con el público de nuestros desfiles y actos principales.

- Por supuesto, que las fiestas caigan siempre en fin de semana facilitaría a cualquier visitante el poder acercarse hasta nuestra ciudad para disfrutar de unas festividades que, por cierto, están declaradas de Interés Turístico Nacional. Y que se pretende que sean de Interés Turístico Internacional en unos años, no lo olvidemos. Hacer que siempre coincidan con fin de semana significaría dar muchas facilidades a los potenciales turistas para venir a Villena. Y esto no solo sucede con los visitantes individuales, también con los grupos que puedan venir en viajes organizados. Para una agencia de viajes, no resulta igual de atractivo organizar una excursión a nuestras fiestas si el día ofertado es entre semana o si es en fin de semana. Es obvio que, de ser sábado o domingo, la posibilidad de completar un grupo, o de llenar un autobús, es mucho mayor. Esto, además, contrarrestaría en parte los perjuicios derivados de celebrar nuestras fiestas a comienzos del mes septiembre: cuando ha acabado agosto, el principal mes de vacaciones, y además llega la vuelta al colegio, con el importante gasto que esto supone para las familias (libros, material escolar, ropa, etc.).

- Lógicamente, es de esperar que a mayor cantidad de público en nuestras fiestas, se genere un mayor impacto económico de las mismas en nuestra localidad. A nadie se le escapa que el gasto total de villenenses y visitantes en los comercios locales, principalmente del sector servicios (hostelería, alimentación, farmacias, salas de fiestas,...), sería mayor de coincidir las fiestas con fin de semana, dada la mayor afluencia de público, lo cual repercutiría en los ingresos de estos negocios y en la contratación de personal, entre otros. En principio, además, supondría una mayor cantidad de espectadores en nuestros actos, algo de agradecer sobre todo por aquellas comparsas que por sus horarios de desfile, marchan ante poco público.

- Otro motivo a tener en cuenta es el empresarial: el que las fiestas caigan entre semana lleva a las empresas de Villena a estar más días cerradas, pues a esos días hay que unir los fines de semana previo y posterior. Esto puede llevarles a perder competitividad, sobre todo a las empresas del sector industrial, que se ven obligadas a paralizar su actividad durante muchos días. Además, al coincidir con fin de semana, los trabajadores ganarían días de vacaciones, algo que probablemente agradezcan los forasteros que trabajan en nuestras empresas y aquellos villenenses que no tengan especial vinculación con nuestras fiestas.

- Precisamente estos motivos principales llevaron a varios municipios a cambiar o a plantearse cambiar los días de fiestas para que éstas siempre coincidan con fin de semana. El caso más famoso en el panorama de los Moros y Cristianos es Alcoy, ciudad de gran tradición festera pero que, curiosamente, decidió modificar sus estatutos festeros para hacer coincidir las fiestas con fin de semana por motivo turístico y empresarial. En el caso de Petrer y Elda, el peso de la industria del calzado y su necesidad de no cerrar tantos días las fábricas fue también determinante en la segunda mitad del siglo XX para trasladar las fiestas a fin de semana de forma permanente. En cuanto a Castalla, han abierto también recientemente el debate acerca de esta posibilidad.

- Pese a parecer un cambio trascendental en nuestras fiestas, las nuevas generaciones crecerían con él y con el tiempo incluso les podría parecer hasta normal, algo “de toda la vida”. Ejemplos de estos ya tenemos unos cuantos en nuestras propias fiestas. Así, por ejemplo, la Romería de la Patrona ha cambiado ya varias veces de día, el último en 2004, con notable éxito, por cierto. Y lo mismo ha sucedido con el recorrido de muchos desfiles (Procesión, Retreta, Entrada...), el horario de inicio de la Cabalgata, etc. ¿Y qué decir de la plena incorporación de la mujeres a nuestras fiestas y todos los cambios positivos que esto ha generado?

Contras
- Sin duda, uno de los mayores puntos en contra a hacer que nuestras fiestas coincidan siempre con fin de semana es su larga historia y fuerte tradición. Las de Villena figuran entre las Fiestas de Moros y Cristianos más antiguas. De hecho, como celebración en honor de la patrona de Villena, la Virgen de las Virtudes, nuestras fiestas se remontan hasta al menos 1476; desde que los villenenses hicieran voto de realizar dos romerías anuales al Santuario, días en los que se llevaban a cabo otras actividades de carácter lúdico. El ayuntamiento empezó a celebrar la fiesta en la ciudad a partir de 1838, trayendo la Virgen en romería y devolviéndola unos días más tarde. Es el primer año en que se documenta también la Mahoma de Biar y su cesión anual a Villena. Por su parte, el origen de las Comparsas se encuentra en la Soldadesca, documentada en 1586, la cual acompañaba a la Patrona en las Romerías, e iban disparando con los arcabuces delante de la Patrona en la Procesión. Fue a principios del siglo XIX cuando esta Soldadesca dio lugar a las primeras comparsas, de Moros y de Cristianos; motivo por el cual, este 2017, las comparsas de Cristianos y Moros Viejos están celebrando el 175 aniversario desde que hay evidencia escrita de su existencia. En cuanto a las embajadas y guerrillas, se celebran desde principios del siglo XIX, cuando se construyó el primer castillo de embajadas, y su texto se escribió entre 1810 y 1815. Toda esta antigüedad y tradición ha acabado por fijar el programa de fiestas sobre unas fechas concretas del calendario, con unos desfiles y actos que llevan décadas celebrándose el mismo día concreto del año.

- Precisamente a raíz del punto anterior, en Villena existe una fuerte correlación entre los días de fiesta y los correspondientes actos del programa. Así, hablamos del “día 5”, “día 6”, etc. y todos sabemos los actos que se celebran tal o cual día. El día de la Procesión, por ejemplo, es precisamente el día 8, por ser la festividad de la Patrona, siendo este desfile, por cierto, el primero y más antiguo de todos. La Entrada se celebra el día 5, por la necesidad de las comparsas de acercarse hasta el Portón, para recibir a la patrona que llegaba en Romería ese día. ¿Y qué decir de la expresión “Día 4 que fuera”? Resultaría muy difícil sustituir en la mente de los villenenses esta correlación de días del calendario y actos por una de días de la semana y actos. ¿Se imaginan exclamando “¡Primer jueves de septiembre que fuera!”?

- Y es que además, las fiestas nunca caerían completamente en fin de semana, dado que a diferencia de otras poblaciones, como Alcoy, donde las fiestas se desarrollan en solo tres días; en Villena tenemos nada menos que cinco días de desfiles. Por lo que habría que ser muy cuidadoso con la correlación de días de la semana y actos. Porque, ¿qué tiene más sentido? ¿Que la Entrada sea siempre viernes, y la Cabalgata sábado noche? De ser así, la Procesión sería siempre lunes, día laboral, cuando en teoría es el principal día de las fiestas, pues es el día grande de la patrona. Quizás, podría ponerse la Procesión siempre domingo, pero entonces la Entrada sería siempre jueves, con lo que esto significaría para uno de los desfiles más participativos y que, por su vespertino horario de celebración, tienen mayor capacidad de atracción de público.

- En línea con lo anterior, en toda España hay fiestas y celebraciones muy importantes donde nunca se cambia la fecha de los diferentes actos: San Fermín, Fallas, Hogueras... Fiestas de gran interés turístico que no modifican sus fechas de celebración, y que obligan a residentes y a visitantes a adaptarse a las mismas según caigan cada año.

- Por último, una mayor afluencia de público, por coincidir siempre con fin de semana, supondría movilizar mayor número de efectivos de seguridad: policía local, protección civil, etc. Incrementaría el trabajo para los servicios sanitarios, con mayor número de visitas a urgencias, por ejemplo. Y también supondría mayor trabajo para los servicios de limpieza, con más acumulación de desperdicios y, en suma, de contaminación. Además, una mayor asistencia de público generaría mayor masificación: con más atascos en las entradas de la población, falta de aparcamiento, aglomeraciones en los principales desfiles...

Abierto el debate
Como ven, estos son sólo algunos puntos a tener en cuenta, pero seguro que se les han ocurrido muchos más mientras leían. Si atendiéramos únicamente al turismo, ¿debería éste, por sí mismo, justificar el cambio de fechas de nuestras fiestas? En mi opinión, la respuesta es no. Sinceramente, creo que Villena se equivocaría al permitir que la sola necesidad de atraer más turistas cambiase una tradición tan arraigada. Si dejamos al turismo cambiar nuestras tradiciones, como ha sucedido en tantos otros destinos, nuestras fiestas correrían el riesgo de perder identidad. Y al fin y al cabo, irónicamente, la autenticidad es uno de los atractivos que persiguen los turistas al visitar un destino.

Los beneficios del turismo deben tenerse en cuenta, por supuesto, en un posible cambio. Pero hay otros factores más determinantes, como por ejemplo, la cada vez mayor cantidad de villenenses que viven o trabajan fuera de nuestra ciudad, y que en función de cómo caen las fiestas cada año pueden o no venir a disfrutarlas. Al fin y al cabo, las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena nacen de los propios villenenses, son ellos principalmente quienes forman las comparsas, honran a la patrona, desfilan y llenan los actos, y ofrecen el grandioso espectáculo, que cada año, suponen nuestras fiestas patronales.

Desde luego, no es un tema sencillo, si se quisiera abordar. Habría que poner todos los pros y contras sobre la mesa, y valorarlos. Quizás, una buena opción, sería establecer unos parámetros, y medirlos con unas fiestas entre semana y con otras en fin de semana, y después comparar. El problema es que para que un día 5 caiga viernes y un día 6 sábado todavía tenemos que esperar ¡hasta 2025! Mientras tanto, disfrutemos de nuestras fiestas, y ¡día 4 que fuera!

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