Abandonad toda esperanza, salmo 162º
Si no fuera por el cine, Nueva York no tendría el más mínimo interés. Se lo dice uno que acaba de regresar de allí, y les aseguro que hay que ser un fanático de las películas, o un adicto al shopping, para disfrutar de una Gran Manzana cuyo corazón es un centro comercial de varios kilómetros cuadrados donde solo se puede engullir comida basura o comprar compulsivamente.
Por otro lado, ni que decir tiene que la ciudad cuyas excelencias glosaron la voz de Frank Sinatra o las palabras de Woody Allen no puede ni debe ser representativa de una nación inmensa y plural que de norte a sur, de costa este a oeste, aglutina un sinfín de contrastes y contradicciones de los que autores como Norman Mailer han sido testigos privilegiados. Precisamente en Nueva York, la editorial Random House publicó hace ahora una década una antología de los mejores artículos del malogrado autor de Los desnudos y los muertos bajo el título de The Time of Our Time, y que cuando llegó a España recibió por significativo título el de América.
La obra en cuestión es una crónica política y social de la primera potencia mundial, desde la llegada a la presidencia de JFK -para sus compatriotas hoy una figura mítica a la altura de Marilyn Monroe, Elvis Presley o el mismísimo Jesucristo- hasta el escándalo de Bill Clinton y su becaria favorita, con special guest stars como Fidel Castro, Muhammad Ali o Salman Rushdie; un fresco apasionante que profundiza en las grandezas y miserias de una nación de la que H. L. Mencken llegó a decir que su único encanto residía en ser el único país cómico del que se tenía noticia.
En nuestro país el libro de Mailer comparte título con la novela inacabada de Franz Kafka, que Robert Cara y Daniel Casanave han adaptado al cómic con brillantes resultados, mostrando las peripecias del joven inmigrante Karl Rossman en la Nueva York de principios de siglo XX, en el seno de un país descomunal y surrealista poblado por empresarios megalomaníacos y vividores del cuento. Una novela gráfica a tener muy en cuenta.
Y sin abandonar la historieta, y para aquellos que quieran conocer cómo se forjó a base de sangre y dolor un país como América, para los que disfrutaron con películas como El último mohicano de Michael Mann o El nuevo mundo de Terrence Malick, recomiendo la lectura de Paso al noroeste de Scott Chantler, ambientada en 1755 y protagonizada por un gobernador que verá frustrado su intento de volver a revivir la gloria de días pasados como explorador ante el ataque de unos soldados franceses ávidos de sangre inglesa. Muy bien narrada tanto gráficamente como en lo que se refiere a la descripción de personajes, acciones y diálogos, Paso al noroeste nos reconcilia tanto con la historieta adulta como con el género de aventuras.
Y lo dicho: lo más grande de América no es América misma, sino las muchas Américas que surgen de la mirada que de ella(s) tienen grandes creadores como los aquí mencionados, ya sean americanos o vengan de la lejana Praga.
América de Norman Mailer está editado por Anagrama; América de Daniel Casanave y Robert Cara y Paso al noroeste están editados por La Cúpula.
