Ángel Giner deja la presidencia de la Asociación de Vecinos El Rabal para que su falta de entendimiento con el Ayuntamiento no perjudique al barrio

Ángel Giner ocupaba el cargo de presidente de esta asociación vecinal desde hace 10 años, pero esta noche presentará su dimisión ante la asamblea. Giner asegura que a lo largo de esta legislatura el diálogo con el Ayuntamiento ha sido prácticamente nulo y lamenta la pasividad mostrada por el equipo de gobierno. Se va, pero espera que la nueva directiva consiga solucionar los problemas existentes. En base a los estatutos, le sustituirá en el puesto Pepe Cabanes, hasta ahora vicepresidente de la entidad.
El hasta ahora presidente asegura que los motivos principales que le han llevado a dimitir han sido la deficiente relación con el Ayuntamiento, y el efecto que esto ha tenido en su vida profesional y personal. “Como representante de la asociación de vecinos, detecté desde el primer momento que las consultas, solicitudes o disconformidades emitidas, en raras ocasiones recibían respuesta (del equipo de gobierno)”, ha indicado.

También califica de “incomprensible” que desde que gobierna el PP no se hayan convocado las comisiones encargadas de dotar de contenido al Plan Especial del Casco Histórico. Asimismo se queja del incumplimiento de compromisos, por ejemplo con la campaña Villena Contra la Droga, ‘donde aparte de 50 fotocopias y el pago de una cuña a una asesora de alcaldía, nadie noto más beneficio’, o con el Mercado Medieval, ‘pues a falta de un mes de su celebración, todavía no se nos a comunicado el importe de la aportación municipal’.

Valoración de estos diez años
Giner cree que en esta década, El Rabal ha cambiado mucho, “frenándose el proceso degenerativo al que había llegado”. No obstante, considera que las grandes inversiones en infraestructuras y turismo no son suficientes para rehabilitarlo “porque el problema del barrio es social, no económico”.

Le parece ilógico que, legislatura tras legislatura el gobierno haya consentido que ciertos vecinos ocupen solares municipales convirtiéndolos en terrazas, o que se haga “la vista gorda” con personas que se conectan ilegalmente al alumbrado público o la red de agua potable y cuando dejan las casas en ruinas el Ayuntamiento les dé otra vivienda donde vuelven a hacer lo mismo. En este sentido afirma que lo que pretende la asociación es que todos los vecinos sean iguales ante el consistorio.