Cartas al Director

Aniversario de los Derechos Humanos

El día 10 de diciembre se cumplen 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con motivo de esta efeméride se suceden por todo el país actos que lo recuerdan o conmemoran. También en nuestra ciudad se celebró uno de estos eventos. Fue el pasado viernes, en el incomparable marco del Teatro Chapí.
El fin no pudo ser más encomiable: recordar al público asistente los derechos humanos y ayudar a la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer de Villena y Comarca; el concierto de la Orquesta Sinfónica del Teatro Chapí fue excelente, tanto en la elección del programa como en su interpretación; la presentación y puesta en escena fue impecable. En ella se mencionaron algunos derechos conculcados o todavía por conseguir, incluso con nombre y apellidos de una de las víctimas, pero olvidaron decir que, en lo que llevamos de año, más de 60 mujeres que también eran acreedoras de esos derechos humanos fueron privadas por la violencia machista del más elemental de ellos: el derecho a la vida.

Este olvido u omisión viene a recordarnos que a pesar de los avances logrados, desgraciadamente todavía falta mucha conciencia sobre la igualdad. Y es que para subsanar lo que estaba sucediendo el día 7 de noviembre de 1967, es decir, 19 años después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, y hoy, 41 años después, aunque en nuestro país legalmente sólo existe una discriminación (la que se refiere a la sucesión de la Corona), lo cierto es que la igualdad real todavía no se ha conseguido. Para que se consiga es necesario que se cumplan íntegramente el artículo 3 y 4 de la mencionada Declaración del 67, que dicen textualmente, entre otras cosas:

La mujer tiene derecho, en condiciones de igualdad, al goce y la protección de todos los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural, civil y de cualquier otra índole. Entre estos derechos figuran el derecho a la vida (Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 3; y Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 6), el derecho a la igualdad, el derecho a no ser sometida a tortura, ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

Los Estados deben condenar la violencia contra la mujer y no invocar ninguna costumbre, tradición o consideración religiosa para eludir su obligación de procurar eliminarla. Los Estados deben aplicar por todos los medios apropiados y sin demora una política encaminada a eliminar la violencia contra la mujer. Con este fin, deberán adoptar todas las medidas apropiadas, especialmente en el sector de la educación, para modificar las pautas sociales y culturales de comportamiento del hombre y de la mujer y eliminar los prejuicios y las prácticas consuetudinarias o de otra índole basadas en la idea de la inferioridad o la superioridad de uno de los sexos y en la atribución de papeles estereotipados al hombre y a la mujer.

Como vemos se tuvo que volver a incidir sobre el tema, pues a pesar de que los derechos humanos fueron proclamados para todos, varones y mujeres, esas prácticas consuetudinarias o de costumbres que todavía hoy perduran, hacían y siguen haciendo que los derechos de las mujeres pasen a ser de orden secundario. Ya lo decíamos hace muchos años: “cambiarán las leyes, pero hasta que no cambien las mentalidades no cambiarán las costumbres”. Tenemos los medios para conseguirlo: las leyes. Ahora sólo hace falta que pongamos la voluntad para lograrlo.

Rosalía Sanjuán
Colectivo Luna de Mujeres de Villena

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