Fuego de virutas

Antagonismo y diversidad

Generalizar es equivocarse. Aun siendo conocida la máxima, no escarmentamos y gastamos muchos tópicos según clichés preestablecidos. Nos es más cómodo etiquetar, condenando a lo heterogéneo a unas características estándar, convirtiendo lo disparejo en común. Catalogamos sin juicio, catalogamos con prejuicios. Así, no apreciamos la diversidad. Nos la perdemos.

Especialmente cuando viajamos cometemos el error de cargar la maleta con tópicos. Y si en el viaje no superamos esa costra dejándonos empapar por la variedad de lo que nos encontramos, volveremos cargados con la misma maleta con la que partimos, habiéndonos perdido la riqueza de la pluralidad atractiva de las cosas y de las personas. El escritor británico Evelyn Waugh desembarcó en Barcelona en 1929, faltando una semana para el inicio de la Exposición Universal. La Barcelona chic y burguesa tardorriverista de cuando nació Jaime Gil de Biedma, rememorada por el poeta volviendo al vientre de su madre en "Barcelona ja no es bona":

"Sólo por un instante / se destacan los dos a pleno sol / con los trajes que he visto en las fotografías: / él examina un coche muchísimo más caro / –un Duesemberg sport con doble parabrisas, / bello como una máquina de guerra– / y ella se vuelve a mí, quizá esperándome, / y el vaivén de las rosas de la pérgola / parpadea en la sombra / de sus pacientes ojos de embarazada. / Era en el año de la Exposición // Así yo estuve aquí / dentro del vientre de mi madre, / y es verdad que algo oscuro, que algo anterior me trae / por estos sitios destartalados."

Volviendo a Waugh, su experiencia en Barcelona nos la cuenta en "Etiquetas. Viaje por el Mediterráneo", un bello libro editado en 1930. Precisamente, el título "Etiquetas" se debe, según confiesa Waugh, "porque todos los lugares que visité durante mi viaje ya están perfectamente etiquetados". No obstante, el objetivo del británico para su libro es observar todo minuciosamente. Esta abierta disposición, no sin desencantos por ciertas realidades que experimenta, le deparará ricos descubrimientos. Así será, por ejemplo, en Port Said donde nos descubre el barrio árabe terminando el ramadán, haciéndonos una vivaz descripción y asombrándose de lo poco que sus compatriotas conocían este bullicioso barrio. Salvo prejuicios y... Etiquetas: "A cualquier hora del día o de la noche, la ciudad árabe era un lugar fascinante para nosotros, y nos asombraba descubrir lo poco que la conocía la colonia inglesa y el desinterés que mostraba. Muchos de ellos jamás habían puesto allí los pies. Aunque sólo estaba a unas calles de distancia, sus noticias sobre el lugar eran tan vagas como las que los londinenses tienen de Limehouse. Se habían hecho la idea de que olía mal y estaba llena de bichos, y eso les bastaba, aunque se mostraban tolerantes por mi interés y observaban que cada uno tiene sus gustos."

En Barcelona, entre otros aspectos, Vaugh se entretiene describiéndonos dos tipos de taxista. Podría haber generalizado sobre ellos. Pero no. Contrasta dos ejemplos. Por un lado, elogia a la compañía de taxis llamada "David"; por otro, denuesta a los taxistas autónomos. Si los conductores de la "David" hablan francés y rechazan las propinas, los autónomos no hablan ninguna lengua extranjera, manipulan el taxímetro, exigen propinas elevadas y tienen un aspecto amenazante. Dos tipos antagónicos, por tanto, en una misma ciudad. En un mismo espacio dos ejemplares distintos. Si cualquiera de ellos hubiera sido tomado como "modelo" hubiera sido error. Y asimismo, lo más seguro, es que dentro de ellos hubiera excepciones, no ya que confirmaran la regla, sino que nos hicieran pensar más allá de una realidad antagónica, dual. La realidad es, afortunadamente, mucho más diversa. Mucho más rica.

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