Fuego de virutas

Antología comentada

En diciembre de 1995, La Lucerna, revista editada en Orihuela, dirigida por José Luis Zerón, dedicó su número al poeta Carlos Fenoll, amigo de Miguel Hernández, amigo de Ramón Sijé... Los Fenoll tenían la tahona de la calle de Arriba que cobijó a los amigos literatos. Desde octubre de 2012, con motivo del centenario del nacimiento de Fenoll, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela, regida por Ana Mas, ha homenajeado a Fenoll dedicando documentales, exposiciones, conferencias y publicaciones. Entre las publicaciones traemos la titulada, "Antología comentada. Carlos Fenoll", edición de José Luis Zerón al cuidado –muy cuidado– de José Antonio Torregrosa Díaz. Publicación que en palabras de Ana Mas es principio y fin. Fin porque cierra el homenaje a Fenoll, principio porque quiere ser primera piedra de la colección "Memoria literaria de Orihuela".

El libro se abre, a modo de justificación, con un texto escrito por Zerón precedido a toda página por el retrato de Carlos Fenoll que Muñoz Grau hizo para la portada del número que decíamos de La Lucerna. Ha sido intención confesada por Zerón el querer cordón umbilical entre revista y libro, entre 1995 y 2012: retrato, autores que también colaboraron entonces... Zerón justifica con tino la edición de la antología. Igual que se dijo con acierto en la presentación del libro. Presentación que fue una entrevista-diálogo entre el escritor Manuel García y José Luis, en un ambiente de complicidades compartidas por un público cómplice, en parte colaboradores y coautores del libro, gente embarcada en este proyecto de poesía, memoria y arte por el barquero de ilusiones literarias que es Zerón, que percha y percha muchas veces para trasladarnos desde nuestra orilla de burguesías, en parte ordenada y con pretensiones de discreción, a la orilla bohemia de los laberintos literarios y artísticos donde perdernos desorientados, borrachos de emociones y estéticas.

Decimos introducción atinada –con las mismas certidumbres y prudencias que en 1995– porque como aparece en la contraportada, y son palabras traídas del texto introductorio, la antología "no trata de encumbrar al poeta Carlos Fenoll (Orihuela, 1912 – Barcelona, 1972), solo pretende acercar lo mejor de su obra al lector de hoy, evitando la retórica hiperbólica o mitificadora, reconociendo las carencias, pero también valorando los méritos y aptitudes de quien fue miembro destacado de un grupo de jóvenes letraheridos que, con la juanramoniana ilusión como lema, protagonizó una etapa dorada de las letras oriolanas."

A las palabras de Zerón siguen unos apuntes biográficos, "Carlos Fenoll: la belleza imposible", redactados con magisterio y ternuras por Torregrosa y Mariano Abad. Éstos se cierran con una bibliografía sobre Fenoll y más comentarios sobre la edición donde Zerón aprovecha para agradecimiento a los escritores –veintiséis– y artistas –cinco– que han colaborado en el libro. Y a continuación, la antología. Aquí la creación de Fenoll, esa titubeante y respetuosa búsqueda de la belleza. Poeta "tantálico" decía el editorial de 1995.

Tras la antología, los comentarios. Una fiesta de perspectivas que conecta al poeta de ayer con escritores de ahora. Pasarela variopinta que muestra dos cosas: Que la amistad de Zerón es extensa y que la literatura sigue viva en la ciudad de aquella tahona donde hornearon, amén de panes, ilusiones y versos. Si se pretendía salvar de lo remoto al amigo de Hernández, iluminarlo en la sombra que le proyectaron las biografías de Hernández y Sijé, este libro lo consigue. Con una implicación colectiva. Como en 1995. Sin alharacas innecesarias porque la verdad es lo que inmortaliza. Verdad de un poeta que quiso ser y no lo fue del todo porque sabía qué era ser poeta. Y tuvo miedos. Y conciencia.

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