Cartas al Director

Apuntes a desarrollar

No sé desde cuándo la desesperanza y la desilusión se ha hecho un hueco en mis adentros, pero lo cierto es que llevo ya muchos días, o quizá semanas o meses o años, con unas ganas inmensas de abrir los ventanales de casa y escupir con todas mis fuerzas los venenos que llevo entre mis huesos, mis órganos y mi sangre.
Lo cierto es que hace falta mucha valentía para decir las verdades a la cara, y yo si por algo me caracterizo es por mi cobardía. Lo que ocurre es que uno se cansa de que lo llamen tonto a todas horas y desde todos los sitios (la tele, los periódicos, los partidos políticos, los centros culturales y educativos, los de ocio...y etc, etc, etc). Nos llaman tontos, nos educan tontos, nos crían tontos, y entre todo eso nos engañan para vendernos lo que les dé la gana.

Y nosotros y nosotras, que lo mismo nos da ocho que ochenta, abrimos la boca y dejamos que nos echen la basura que quieran los que quieran. Mientras no suban los cubatas y se respeten las fiestas y a los fumadores... no sacaremos las armas ni quemaremos los coches. Menos mal que a veces alguien en algún país nos habla claro (lo digo por los chicos franceses y sus mecheros hace poco).

Quisiera aprovechar la oportunidad que me da este periódico para mandar en estas fechas tan “señaladas” un mensaje de desesperanza y desaliento (que mensajes optimistas y esperanzadores ya tenemos bastantes) a todas aquellas personas que alguna vez pensaron que “esto” debía tener una puerta de salida. Yo no la encuentro y me huelo que será muy difícil dar con ella.

Cuando ése amigo mío me dijo que nos iban a meter la esperanza por el culo no se a qué se refería.

Ahora creo que estoy empezando a darme cuenta de algo pero no sé de qué.

Debe ser que ya no le presto demasiada atención a casi nada.

Nota: Si queda por ahí algún valiente, que se manifieste. Siempre se agradece.

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