Abandonad toda esperanza

Bat-Miller

Abandonad toda esperanza, salmo 319º
Les juro que la última vez que di una charla sobre cómic, justo cuando expresé una opinión negativa acerca de Frank Miller, el micrófono se acopló y nos dejó sordos a todos los allí presentes. Tienes que tener mucho cuidado si te metes con Frank Miller, y mira que últimamente viene dando razones más que sobradas para ello: pese a haber llegado a un momento en el que puede vivir de las rentas, sigue trabajando a destajo pero con resultados que no están a la altura de lo esperado. Su última propuesta, Holy Terror, se anunció como un "Batman contra Al-Qaeda" (es bien sabido que el autor no es precisamente un liberal, y solo le faltaba que el 11-S le diera la excusa perfecta para abogar por limpiar el mundo de la amenaza de los infieles), y menos mal que acabó prescindiendo del personaje porque a tenor de lo leído por ahí el resultado es un engendro de mucho cuidado. Por no hablar de su debut como director de cine en solitario con The Spirit, experiencia por la que ruego que el espíritu de su otrora amigo Will Eisner vuelva del otro mundo para atormentarle noche tras noche hasta el fin de los tiempos.

Pero si muchos lo consideramos un genio es por algo, y no precisamente por sus obras más conocidas y llevadas al cine, como Sin City o 300 (que, por otra parte, son trabajos interesantísimos sobre todo en cuanto a su narrativa visual). Si Miller es un genio es porque a mediados de los 80 hizo por el cómic de superhéroes lo mismo que la seminal Watchmen: obligarle a dar un paso más hacia su madurez, e iniciando así la llamada "Edad Oscura" del género, una lectura no bien asimilada del todo por sus imitadores, y sin la cual, por ejemplo, películas tan estupendas como las adaptaciones de Christopher Nolan, simplemente, no existirían.

Precisamente Batman es un personaje con el que Miller ha conseguido dar lo mejor de sí en cuatro obras que acaban de ser recopiladas en un cofre de lujo que vale su peso en oro (y no pesa poco). Si se deciden a leerlas todas, les propongo una secuencia de lectura que atienda a la cronología interior del relato y no al momento en que fueron publicadas. Así, podrían empezar con el soberbio Año Uno dibujado por David Mazzucchelli: un nuevo origen para el Hombre Murciélago más cercano al género negro (que tanto apasiona a Miller) que al superheroico, y uno de los mejores cómics del personaje jamás publicados. Después podrían continuar con All Star, inicio del vínculo entre Batman y Robin injustamente vilipendiado en su día pero que funciona como parodia irreverente del género, por parte de un Miller desatado en compañía de un Jim Lee espectacular a los lápices. Posteriormente leerían El regreso del Caballero Oscuro, este ya escrito y dibujado únicamente por Miller, y para el que esto firma el mejor cómic de Batman de la historia: un viaje al futuro en el que un Bruce Wayne ya sexagenario regresa a primera línea de fuego para intentar arreglar el caos que se ha organizado en su ausencia. Y, finalmente, darían buena cuenta de El contraataque del Caballero Oscuro, relato polémico y provocador cuyo principal problema en el momento de su aparición fue el de ser la secuela directa de una obra irrepetible.

Leídos hoy los cuatro títulos, o releídos como es mi caso, se me antoja que el Batman de Frank Miller es, como obra total, de lo mejor que le ha pasado al cómic norteamericano en los últimos treinta años. Ahí es nada. Y ahora es cuando Miller, que nos vigila a todos y lo sabe todo, me perdona por lo que dije durante la charla.

Batman - Frank Miller Box Set está editada por ECC.

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