¡Feliz Año Nuevo! Feliz Año Nuevo y que los Reyes Magos satisfagan nuestros deseos, especialmente en este año que estrenamos. Sobre todo aquellos deseos que no se pueden comprar y que con el paso de los años apreciamos más y... Y hablando del paso de los años, hace diez que en estas páginas de EPdV nos entretuvimos con una columna semanal que bajo el título ¿Cómo están ustedes? dedicamos a nuestros paisanos coetáneos nacidos en 1963, con motivo de su quincuagésimo aniversario.
Como pudimos constatar en algunos de aquellos artículos, 2013 fue un año hermoso de celebraciones coincidiendo con el también cincuentenario del descubrimiento del Tesoro de Villena. Por ello lo de "Edad de Oro. Los 50, un Tesoro" como eslogan para los líos que liamos. Y así fue: un tesoro. Porque no nos quedamos en la fanfarria. Las celebraciones atendieron lo lúdico, lo cultural, lo solidario... Una movida fabulosa.
La Comisión organizadora, capitaneada por Luis Abellán Navarro, demostró compromiso y buen hacer. Luis Abellán como buen percusionista acertó a marcar el ritmo inteligente de personas que se dejaron la piel ideando, organizando y trabajando mucho. En estos casos la costumbre es escurrir la responsabilidad de nombrar a los protagonistas con la excusa de evitar algún olvido. Pero no podemos ser desagradecidos con quienes merecen que constatemos negro sobre blanco sus nombres. Corramos el riesgo esperando no omitir a nadie. Así que, que sepamos, la comisión organizadora junto con Abellán la formaron: Cristóbal Bravo López, Virtu Díaz Palao, José Antonio Ferrándiz González, Juan García Pérez, José Francisco Hernández Amorós, Pedro Hernández Valdés, Antonia Maestre Pardo, Leopoldo Martínez Ballester, Miguel Mira Estevan, Encarna Riera Hernández, Mavi Sánchez Martínez, Gaspar Tomás Sanz, Conchi Valera López y José Valera Valdés. Muchas gracias a todos por desarrollar con brillantez los diversos quehaceres, los impagables desvelos. Sirva esta primera columna como homenaje.
Por nuestra parte, en 2013, desde el orgullo de pertenencia a la generación del 63, hicimos lo que pudimos. Y entre lo que pudimos, alguna conferencia y esos artículos del ¿Cómo están ustedes? que hemos dicho que nos sirvieron tanto para recordar contextos de nuestra infancia como para comentar algunas de las actividades disfrutadas y relacionadas con la efemérides. Es lo que pretendemos ahora con esta columna que en repuesta a aquella hemos bautizado Bien estamos, estamos. En respuesta y continuidad, pero con la perspectiva y el peso de diez años más.
Por lógica, con esa perspectiva de diez años más vividos, ¡bendita sea!, con esta perspectiva ahora sexagenaria, cierto es que sentimos la carga del pasado. Una carga que no ha de ser lastre ni rémora, sino bagaje para seguir viviendo futuros mientras el buen Dios nos lo permita. Viviendo y construyendo. Si Víctor Hugo reivindicaba el pasado como la parte tal vez más esencial de nosotros mismos, como la fuente para un río venía a decir el escritor; por lo que nos toca habremos de ser río fluyente mientras podamos, recordando, sí, el manantial del que provenimos pero siendo corriente continua, afluente de otros ríos o curso nutrido hasta el mar, donde el poeta dijo el morir.
Nos pesan las muchas demoliciones que ya podemos arquear. Nos pesan las ruinas de lo que conocimos y ya no es. Y nos pesan, ¡cómo nos pesan!, los silencios de las voces que nos dejaron. Algunas, ríos que se precipitaron en su curso. Pero precisamente la necesidad de perpetuar la memoria de lo demolido, de las ruinas y de las voces enmudecidas es por lo que a veces escribimos contra el olvido. Felices sesenta para los del sesenta y tres porque... Bien estamos, estamos.