Cultura

Bulevar Ambrosio Cotes

Pues sí, queridas personas, a mí también me ha tocado disfrutar de la intervención en el bulevar Ambrosio Cotes –para situarnos diré que es la calle que lleva desde el Cuartel de la Guardia Civil hasta el Instituto Hermanos Amorós, pasando por el Tercer Instituto y dando paso a los colegios El Grec y La Encarnación, y por tanto a la urbanización allí existente. Un parque que se abre y da vida a uno de nuestros barrios, que si bien no es como rezaba el anuncio “el futuro” de Villena, sí comenzó en el pasado lustro a mostrar vida y movimiento. Una ubicación, como pueden comprobar, que soporta a horas determinadas y durante breves espacios de tiempo (entradas y salidas de los centros) un denso tránsito de vehículos y personas.
Nadie puede imaginar, a primera vista, que el espacio proyectado en la zona, con una ancha mediana habilitada para el paseo y para el recreo y con una rotonda rematando el acceso a los centros educativos, no resulta idóneo para el enclave. Pero los problemas surgen cuando comenzamos a utilizarlo. En primer lugar, los tres parques infantiles que se extienden a lo largo del bulevar, que en lugar de cubrir con suelo de goma se solucionaron con tierra –que no arena–. Una clase de tierra que se adhiere particularmente a la ropa, vamos, de la que deja mancha, de la que no desaparece ni siquiera cuando la sacudes. Tierra que además se ha ido quedando apelmazada rápidamente, por lo que ya no constituye un elemento de seguridad amortiguando el golpe de un niño o una niña al caerse desde uno de los artilugios de juego. Tierra en la que desde el principio comenzaron a asomar las mallas que las separan de la base.

Pero más relevante todavía es el tema del tráfico. Porque esta nueva disposición planteada es sumamente ineficaz respecto a la circulación de vehículos. Provocando embotellamientos y una constante intervención de la Policía Municipal para el ordenamiento del tráfico, que quizás presentaría menos problemas contando con un semáforo y con una ubicación más eficiente para la rotonda. Tampoco ayudan las dos líneas de aparcamiento, que quizás podrían ser dos carriles que aliviaran las largas colas en horas punta.

En fin, se trata de una intervención todavía joven, puesta a prueba, que todavía se puede estudiar y reconducir, imagino. Y ya de paso no estaría de más pensar en hacer algo con la calle perpendicular que lleva a uno de los colegios y da paso al Barrio de San Antón. Una calle a medio urbanizar, que para colmo se convierte en un estanque en días de lluvia como los presentes, lo que sumado al atasco de vehículos termina por agotar la paciencia de padres y madres que llevan a sus criaturas al colegio.

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