Apaga y vámonos

Cantamañanismo 2.0

De un tiempo a esta parte cada vez más voces intentan hacernos creer que si no somos 2.0 –es decir, si no participamos en Internet pasando por el aro de los presuntos expertos que te dicen lo que tienes que hacer– no somos nadie ni virtual, ni empresarial ni económicamente hablando. ¿Cómo se puede considerar alguien experto en algo que está en pleno desarrollo, que no tiene más de cinco años y que aún no sabemos a dónde nos va a llevar?
Que Internet y las redes sociales son una herramienta muy útil, pues nos pueden facilitar el trabajo, ahorrarnos costes, acelerar los procesos y hacernos llegar a más clientes potenciales, es un hecho. Pero de ahí a que sean la panacea que resuelve todos los problemas, hay un trecho muy largo. En todo caso servirán para resolver los problemas de los autoproclamados gurús, esos expertos que se dedican a vender sus servicios –en muchos casos no venden más que humo, muy bien cobrado, eso sí– a cambio de unas supuestas prestaciones que no nos van a llevar a ningún sitio. O al menos, desconocemos a dónde.

Para vender su burra, no dudan en liarnos con palabrería más propia de charlatanes, envolviendo la nada en papel de regalo del caro. Así, se nos presentan como expertos Community Managers, que no son más que los relaciones públicas de toda la vida, sólo que sentados delante de un ordenador. Nos proponen hacer un branding con nuestra empresa, como si no tuviéramos ya nuestra marca. Nos hablan de cuidar nuestra reputación corporativa –“el arte de lo intangible”, le llama algún espabilado–, ignorando que llevamos años haciéndolo al patrocinar las camisetas del equipo de fútbol-sala del nene o las actividades de cualquier asociación. Se les llena la boca hablando de la importancia de la conversación en la red, cuando por la calle no son capaces ni de darte los buenos días. Te intentan convencer de la importancia de contratar sesiones de coaching, presuponiendo que la capacidad de liderazgo es algo exclusivamente suyo, que para eso son los expertos, ignorando que dicha capacidad es ejercida por los directivos de cualquier empresa, comparsa o asociación desde tiempos remotos. En definitiva, que nos quieren cobrar, a precio de oro, por algo que ya tenemos.

Servidor es el primero que usa en beneficio propio los recursos que la red pone a su alcance, pero tengo más que claro que deben estar respaldados por algo tangible detrás –qué coño es eso de intangibles–, algo bien hecho, algo que el público demande. Porque la solución para que una empresa funcione –con o sin crisis, ayer, hoy y mañana– es que venda un buen producto u ofrezca un buen servicio, que proporcione a un precio competitivo algo que la gente necesita, que sepa responder con celeridad a las necesidades o problemas de sus clientes. Tal y como siempre han funcionado las cosas, para entendernos, y no como se han empeñado en proponernos algunos, que aprovechándose de la desesperación de muchos empresarios están intentando hacer su agosto. Un agosto 2.0, eso sí.

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