Cultura

Carnaval 2013

Nadie duda, queridas personas, que en Villena la fiesta de Carnaval pertenece a otra liga: la del Desfile de animales de San Antón, el Desfile de Reyes Magos, las procesiones de Semana Santa o la Noche de San Juan. Pertenece a una segunda liga donde juegan aquellas festividades nacionales que de algún modo debemos secundar pese a nuestra falta de sentimiento, de tradición. En realidad, para qué irnos más lejos, pertenece a todo aquello que no tiene que ver con las dichosas y omnipresentes Fiestas de Moros y Cristianos. De hecho casi podríamos confinar cualquiera de las festividades que se realizan a lo largo del año en esos cinco días que ocupan nuestras fiestas patronales (¿matronales?).
Sin apenas esfuerzo podemos tomar ese espacio comprendido del cuatro al nueve de septiembre y lanzar una oferta turística de ocio donde disfrutar de casi todas las celebraciones anuales. De modo que el día cuatro de septiembre podría ser la cena de fin de año, la procesión del día ocho la del jueves santo, la Retreta del día siete el carnaval, el acto del contrabando el desfile de reyes magos, las visitas al cementerio el día de todos los santos, el desfile de presentación de nuevos cargos…, los fuegos artificiales…, las dianas…, el pregón…, las embajadas…, los almuerzos…, los premios… Y eso solo del 4 al 9, porque todavía daría más la cosa si incluyéramos las comidas de las comparsas, el ecuador festero, la romería, el día del voto, el pasacalles…, y siga usted contando. Como les digo, nuestras Fiestas de Moros y Cristianos son como aquellas cuatro parejas de conejos que soltaron en Australia y en apenas unos años se multiplicaron exponencialmente hasta constituir una plaga. Del mismo modo nuestras fiestas han conseguido fagocitar el resto de celebraciones.

Son, de hecho, los colegios (las AMPAS) y algunas asociaciones vecinales las que por el momento conservan con vida la tradición centenaria del Carnaval. Pese a que una de sus funciones más modernas, la crítica al poder, “únicamente consentida” en tal fecha, haya quedado relegada en nuestra Villena al desfile de la Retreta, dejando para la fiesta carnavalesca apenas el sentido lúdico y festivo: el disfraz y el desfile. Pese a ello, el Carnaval 2013 ofrece un inmejorable abanico de posibilidades creativas y críticas. Algo que nuestros políticos y nuestras políticas a lo largo y ancho de esta España no dejan de regalarnos (para nuestra desgracia). Y sin demasiadas complicaciones podríamos disfrazarnos de Sobres, de Elefantes, de jugadores de balonmano casados con una infanta, de directores de una fundación que contratan a sus esposas sin saberlo (porque ellas utilizan un seudónimo), de kamikaze asesino amnistiado, de monja que roba bebés, de empresa que al hilo de la Reforma Laboral “salvadora de la crisis y generadora de empleo” envía a unas miles de familias a las insaciables oficinas de empleo… En cualquier caso, disfruten del Carnaval, porque después ya saben: cuarenta días, como cuarenta semanas, cuarenta meses o cuarenta años, de austeridad, vigilia y contrición.

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