Carnaval, carnaval
Sólo acordarme y se me mete el olor intenso en la frente. Como un sello. Por dentro. El olor a tapón de corcho quemado con el que me pintaban un bigote. Iba de "Felipe". Gorra de Pichi, cuadros blancos y negros. Chaqueta de Pichi, gris claro. Un pañuelo blanco de seda anudado al cuello. Otro, también blanco, asomando por el bolsillo superior de la chaqueta. Pantalón y zapatos negros. Y las patillas alargadas asimismo con la olorosa tizna.
Me decían que llevara las manos en los bolsillos de la chaqueta. Asomando los pulgares. Estirados. Con cierto aire chulesco. Sí, iba de "Felipe". El Felipe de "La Revoltosa". Iba de pareja de mi vecina Virtu, mi vecina de toda la vida, Virtudes Rubio Álvarez, que la vestían de "Mari Pepa". Traje de chulapa castizo madrileño. Blanco con pequeños lunares en azul muy claro. Con un solo volante en la parte inferior, por debajo de las rodillas. Mantón de Manila azul marino sobre los hombros y, en la cabeza, un pañuelo y una flor roja asomando como mascarón de proa. Una de las fotos que tengo tiene detrás un sello que dice febrero de 1968. "Reportajes gráficos SOLI. FEB1968. Mayor, 2. Teléf. 1031. VILLENA (Alicante)." Entonces yo tenía cuatro años y cuatro meses y pico. Los trajes creo dieron para algún año más.
Nos llevaban a un desfile, no sé si concurso incluido, en los salones del Círculo Agrícola Mercantil. Dos fotografías conservo de entonces y... Y el olor fortísimo a tizón de tapón de corcho quemado cuando, como ahora, me acuerdo. Que lo siento metido justo en el centro de mi frente. Como un sello por dentro. Y no sé si por esto no he sido mucho de Carnaval. Porque disfrazarme, disfrazarme... También recuerdo algún baile de Reyes en el Centro Juvenil Don Bosco y, años más tarde, en un Carnaval en Alicante. El año en el que conocí a Mari Carmen, la que hoy es mi mujer. Cosas que uno hace por amor. Por amor o por cariño. Porque este año hemos vuelto a disfrazarnos en Carnaval empujados por el cariño hacia nuestros paisanos y paisanas del colectivo "Los 50, un Tesoro".
Cuando uno se apunta a una asociación o grupo ha de apechugar con algunas "servidumbres". Porque estás o no estás. Y aquí, en la medida de nuestras posibilidades, hay que estar. Hay mucha gente echando horas desinteresadamente para convertir nuestros cincuenta en una fiesta lúdica y cultural. Ya sé que no es necesario tanto pregón ni parafernalias para celebrar un cumpleaños, pero si por desvelo e iniciativa de unas cuantas personas se ha pensado convertir en excepcional un aniversario, aprovechando la coincidencia del año de nuestro nacimiento con el año del descubrimiento del Tesoro de Villena, contagiando extraordinariamente de acontecimiento la rutina personal de cumplir años, habrá que sumarse y apoyar la iniciativa. Yo lo tengo claro desde el primer día y conforme día a día vamos celebrando los cumpleaños y desarrollando la agenda de actividades previstas aún lo tengo más claro. Porque resulta hermoso ver a quien hace mucho tiempo no veías, estar con quien hace mucho tiempo compartiste aulas, calles, billares, juegos, Paseo y campos... De cuando la ciudad era más pueblo. Porque aunque no compartiéramos cuadrilla, nos conocíamos casi todos. Ahora disfrutamos de esta complicidad en la que nos ha metido el azar de haber nacido en un mismo año. Razones suficientes estas para estar. Y hasta para disfrazarnos en Carnaval.
Mil gracias a la Sociedad Musical Ruperto Chapí por prestarnos su sede, mil gracias a la Batukada Chapí Samba por acompañarnos en la ilusión.