Cartas al Director

Cinco soluciones a los problemas de la traída de La Virgen

Crean que ya no me sorprendo de nada, pues bien que me lo anunciaban cuando algunos me dijeron: “no recibirás respuesta alguna a tu artículo La puerta al diálogo que nunca se abrió”. Efectivamente así ha sido: la callada por respuesta sin el más mínimo eco a mi nuevo ofrecimiento de diálogo. Una nueva demostración del talante prepotente de quienes dicen ser democráticos en su comportamiento y no lo demuestran. No sé el miedo que pueden tener en hablar abiertamente sobre el tema del traslado a Villena de nuestra Patrona cuando mi ofrecimiento, repito, va amparado por varias (cinco) posibles soluciones. No sé si es que hay otros intereses de por medio.
No voy a entrar en materia sobre si, con el cambio efectuado, se vulnera el sentido histórico y la tradición de nuestras fiestas, pues, como ya dije en su momento, “no me aparto en absoluto de que se aborden cambios de adaptación” y entiendo que hay que darle la posibilidad a la fiesta de sacudirse de encima la opresión de la norma, pero respetando lo fundamental, es decir, sus propias raíces.

Con el cambio introducido no solamente se dejan de respetar sus raíces, sino que se modifica sustancialmente el programa de la fiesta, privándole al festero y al pueblo de Villena en general del apoteósico acto de la entrada de La Virgen en Santiago, es decir, un acto menos en nuestras fiestas, ya que, el día 5, la fiesta y los festeros terminan con el acto del desfile de la Entrada, y el día queda medio vacío de contenido e incompleto.

Con la intención de volver a completar esa noche del día 5, recuperando el acto que se nos ha robado a los festeros, y teniendo en cuenta que no se me ha dado opción de hacerlo por otro conducto, desde estas líneas pongo en conocimiento de todos y cada uno de los villenenses las cinco soluciones que yo apuntaba para este tema:

A) Volver a traer a La Virgen el día 5, tal como siempre se hizo, efectuando la entrada de la misma desde Los Salesianos, acompañada por las comparsas, representada cada una solamente por tres directivos, los cargos festeros, las madrinas y la música (según la magnífica experiencia del desfile de la fiesta del pasodoble), suprimiendo por supuesto el macro-desfile que últimamente se venía haciendo.

B) Traer a La Virgen el día en que se fije la romería (tal como ahora), y dejarla en Los Salesianos, para ir a recogerla los festeros el día 5 después del desfile de la Entrada, siempre acompañada por las comparsas en los términos de representatividad que se proponen en el punto primero.

C) Hacer DOS entradas, una de un bando por la mañana del día 5 y otra del otro bando por la tarde del mismo día, y una vez terminada ésta ir a recoger a La Virgen, que habrá llegado a Villena por el sistema tradicional (o sea, habiéndola traído el mismo día 5), siempre acompañada por las comparsas en los términos de representatividad que se proponen en el punto primero y segundo.

D) Traer a La Virgen el día en que se fije la romería, y dejarla toda la semana en Santiago (tal como ahora), pero el día 5 por la noche, después del desfile de la Entrada, bajarla del trono y mostrarla al pueblo por la puerta de la plaza de Santiago, para que los festeros y el pueblo en general puedan darle la bienvenida con sus descargas de arcabucería y el rodado tradicional de las banderas.

E) Traer a La Virgen por la mañana del día 5, depositarla en Los Salesianos, esperar a que el desfile de la Entrada termine, e ir a recogerla para trasladarla a Santiago, siempre acompañada por las comparsas en los términos de representatividad que se proponen en el punto primero, segundo y tercero.

En todos los casos propuestos los arcabuceros recibirían a La Virgen en la plaza de Santiago, evitando con ello hacer el recorrido desde Los Salesianos y así acortar el tiempo de recorrido. (Los arcabuceros podrían también recibir a La Virgen en Los Salesianos y después trasladarse sin disparar ni desfilar a la plaza de Santiago para allí recibirla, o bien dividirse en dos grupos, uno de recepción en Los Salesianos y el otro de recepción en la plaza de Santiago).

He redactado estas propuestas sin aplicarles un número de prioridad y orden, tratando de evitar con ello el influenciar a nadie a la hora de su estudio. No obstante, el lector verá que con cualquiera de ellas se resuelve el problema que antes había con la hora tan tardía de entrada de La Virgen en Santiago, e incluso con alguna de ellas desaparece el problema que se les plantea a quienes quieren acompañar a nuestra Patrona en su venida y al mismo tiempo tratan de ver el desfile de la Entrada.

Cierto es que estas propuestas pueden no ser del todo agradables ni al gusto de todos, pero hay que saber mediatizar y en un alarde de generosidad realizar cesiones desde nuestras propias convicciones y criterios, con el fin de encontrar las mejores soluciones, a ser posible consensuadas entre las partes, incluso con las minorías que también cuentan.

Antonio Azorín Juan

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