Opinión

Coles e institutos, ‘capados’ a la hora de poner deberes

Docentes, alumnado, padres y madres parecen no ponerse de acuerdo en relación a la necesidad o no de los “deberes para casa”, aunque el Gobierno Valenciano, con su recientemente publicada “Ley de protección a la infancia y la adolescencia”, entiende que con lo que se hace en el centro escolar puede ser académicamente suficiente teniendo en cuenta el derecho de los infantes y adolescentes al tiempo de ocio.
Este artículo de opinión lo escribo desde la perspectiva de docente en Educación Secundaria, padre de una niña de 9 y un niño de 5 años y, como casi cualquier lector o lectora, una más o menos dilatada trayectoria como estudiante haciendo las tareas para casa.

Intentando llevar a análisis lo que está ocurriendo, quizás empezar sabiendo que este dilema de deberes sí o deberes no, no viene de ahora ni sólo ha ocurrido en España. Países como Francia, Inglaterra, Alemania, Bélgica o Finlandia ya han hecho un esfuerzo en este sentido, y en general se tiende a:

- Establecer limitaciones de tiempo en los deberes, cosa que por otra parte puede ser algo cuestionable porque una tarea de 20 minutos puede ser de 40 para un alumno o alumna menos capacitado y de 10 para otro más capacitado para resolverla; lo mismo pasa si el entorno social del pupilo es desfavorecido, siendo penalizado académicamente si no los lleva hechos, cuestión esta bastante reseñable que también ha sido objeto de investigación, por su contribución a la desigualdad.
- Cambiar la organización escolar de los centros, las metodologías y los sistemas de evaluación y calificación docente o las propias leyes educativas.

¿Pero qué dice la nueva ley? En su artículo 69 cita textualmente: Durante las etapas de educación obligatoria se procurará que la mayor parte de las actividades de aprendizaje programadas puedan realizarse dentro de la jornada lectiva, de manera que las que tengan que realizarse fuera de ella no menoscaben el derecho del alumnado al ocio, al deporte y a la participación en la vida social y familiar. Del análisis del texto se extraen varias ideas:

- No es sólo para primaria, sino también para secundaria obligatoria o ESO. Esto es novedoso, ya que la ESO no está en el punto de mira en otros países.
- Habla de la mayor parte, pero no establece un tiempo determinado, cosa que da al docente y al centro libertad de elección. Sea como sea, en primaria y más en secundaria, la carga total de deberes a veces no se hace de manera conjunta por parte del profesorado, con lo cual o empiezan a buscarse fórmulas para ponerse de acuerdo o se estaría de alguna manera ignorando consciente o inconscientemente lo que esta nueva ley dispone.
- Los deberes es preferible que no menoscaben el derecho al ocio, deporte, vida social y vida familiar. Se convierte en el principal argumento de la administración, que replantea la libre organización de la vida extraacadémica de las familias.

Pero ¿tiene soporte institucional esta ley en cuanto a deberes se refiere? En diciembre de 2014, la OCDE (entidad que presenta cada año los informes PISA), a pesar de estar a favor de un tiempo limitado para deberes, publicó un estudio cuya conclusión era clara: el número medio de horas que el alumnado destina a los deberes u otras tareas establecidas por los docentes no suele estar relacionado con el rendimiento global del sistema escolar. Y hay otros factores, como la calidad de la enseñanza, la relación estudiante-profesor/a, el sistema educativo, la comunicación familia-escuela y el modo en que se organizan los centros cuyo impacto sobre el rendimiento global del sistema escolar es mayor.

La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa) ha mantenido una firme lucha para la racionalización de los deberes, marcando un posicionamiento parental de la cuestión.

La OMS alertaba hace bien poco de la incidencia de los deberes sobre la salud de niños y jóvenes afirmando que el estrés de las tareas escolares desemboca en dolores de cabeza, abdominales y de espalda, y causa nervios, tensión y tristeza.

En cuanto a autores que investigan en el tema, Cooper, Patall y Robinson en su conocida y relevante investigación Does Homework Improve Academic Achievement? A Synthesis of Research, 1987–2003, afirman que en los estudiantes de primaria (6-11 años) los deberes no afectan positivamente al rendimiento académico, aunque en secundaria sí parece haber una correlación, siempre con limitación de tiempo. John Hattie publica en 2009 Visible Learning: A Synthesis of Over 800 Meta-Analyses Relating to Achievement en referencia a cientos de investigaciones previas, sacando la conclusión de sus conclusiones: los deberes no mejoran el rendimiento académico, sino el buen docente.

Y en cuanto al profesorado, hay docentes más de acuerdo y docentes más en desacuerdo. Probablemente depende de muchos factores: nivel, asignatura a impartir, modelo de alumno que se pretende, sistema de creencias y valores, proyecto educativo del centro, etc. Sea como sea, recojo algunas recomendaciones y sugerencias de diferentes docentes que mantienen un enfoque racional de los deberes:

1) Distribuir los días o periodos en los que se mandan deberes por asignaturas. Por ejemplo, cada día, serían los deberes de una asignatura.
2) Equiparar la preparación de un examen, un preexamen o cualquier otra prueba como un deber, estableciendo plazos y gestionando su coincidencia por asignaturas, evitando acumularlos en época de evaluación.
3) Elegir, en la medida de lo posible, deberes que tengan más valor pedagógico o más potencial de aprendizaje para el alumnado fuera del aula sin presencia del docente, por ejemplo fomentando la creatividad, con tareas o temas a elegir entre el alumnado según sus gustos e intereses, con retos en trabajos cooperativos, etcétera.
4) Incentivar al alumnado que termina las tareas en la hora de clase, aprovechando al máximo el tiempo, usando cronómetro o temporizador por tareas.
5) Evitar copiar los enunciados de los ejercicios si no es necesario, para dedicar más tiempo a la comprensión y resolución de problemas.
6) Usar la figura del delegado/a de clase para organizar la agenda de trabajo extra para casa.
7) Proponer al alumnado tareas de ampliación, pero de carácter voluntario.
8) Coordinarse con las familias en las materias que el alumnado necesite tareas de refuerzo o ayuda externa para consolidar unos mínimos.
9) Trabajar por proyectos interdisciplinares en los que las mismas tareas sean llevadas a cabo y evaluadas por diferentes materias.

Sea como sea, es impensable postular que la magia en educación existe, cuando la realidad es que la ratio docente/discente, los recursos disponibles, la excesiva movilidad del profesorado interino o una cantidad ingente de burocratización deja a veces escaso margen de maniobra en pro de la calidad de la enseñanza. De ahí la necesidad de establecer Proyectos Educativos que fomenten no sólo unos resultados académicos mejores en el alumnado, sino una visión holística e integral del modelo de alumno/a que cada centro quiere. Y cómo no, leyes y decretos consensuados y estables en el tiempo, con propuestas de expertos pedagogos y profesionales de la enseñanza, hecho este muy demandado durante décadas por el sector docente.

Es importante que la interpretación como padres/madres ante la racionalización de los deberes no nos haga caer en la tentación de que ahora va a ser todo más llevadero. La realidad es que NO-deberes para los niños no significa NO-deberes para los padres. Ahora más que nunca los padres y madres pueden ser cómplices de lo que van haciendo sus hijos e hijas en el cole y fuera de él; ahora más que nunca hay que animarlos y valorar su esfuerzo y su conducta en el cole más que sus resultados; ahora más que nunca es importante enseñarles que hay responsabilidades más allá de las obligaciones del colegio: las tareas de casa, el tiempo de descanso y sueño, pasar tiempo con familiares y amigos o cualquier cosa que va a formar parte de la vida diaria en un futuro cercano; ahora más que nunca se pueden fomentar hábitos de lectura con material elegido por los propios chicos y chicas, y despertar la curiosidad; ahora más que nunca hemos de gestionar y enseñarles a gestionar el tiempo que pasan con la tele, la tablet, el ordenador, el móvil o su videojuego preferido; ahora más que nunca hemos de orientarles hacia un ocio activo a través de la danza, el deporte, el ejercicio físico al aire libre, etc; ahora más que nunca hay que despertarles la curiosidad de aprender cosas nuevas, no sólo porque son capaces de hacerlo bien, sino porque sabemos que desarrollarán competencias y habilidades en ellos que les servirán para toda su vida, por ejemplo la competencia social o habilidades sociales. De ahí el derecho a una vida familiar y social, en un contexto en el que la familia y el entorno social se convierten en cómplices pero no por obligación impuesta como deberes, sino por elección responsable de padres y madres. A veces tiempo nos falta, pero lo sacamos de donde sea.

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