Columna reversible
Vaya por delante que con la doble columna de esta semana no me estoy metiendo con nadie, ni tengo a nadie en mente en el momento de escribirla. Sólo la curiosidad, por lo original de la idea, me ha hecho publicar lo que a continuación pueden leer. Imaginen que lo siguiente es un mitin:
En nuestro partido político cumplimos con lo que prometemos.
Sólo los imbéciles pueden creer que
no lucharemos contra la corrupción.
Porque si hay algo seguro para nosotros es que
la honestidad y la transparencia son fundamentales
para alcanzar nuestros ideales.
Demostraremos que es una gran estupidez creer que
las mafias seguirán formando parte del gobierno
como en otros tiempos.
Aseguramos sin resquicio de duda que
la justicia social será el fin principal de nuestro mandato.
Pese a eso, todavía hay gente estúpida que piensa que
se pueda seguir gobernando con las artimañas de la vieja política.
Cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que
se acaben las situaciones privilegiadas y el tráfico de influencias.
No permitiremos de ningún modo que
nuestros niños tengan una formación insuficiente.
Cumpliremos nuestros propósitos aunque
los recursos económicos se hayan agotado.
Ejerceremos el poder hasta que
comprendan desde ahora que
Somos la nueva política
¿Les importaría leer el mismo texto pero comenzando desde abajo? No pongan atención a los signos de puntuación, tan sólo lean frase a frase y después, si les apetece, discutimos acerca de lo leído.
Vale, esto no es mío. Cayó en mis manos por casualidad y me hizo gracia. Pensé que a mis lectores les vendría bien esto de tener una columna doble, reversible. Algunos de mis amigos dicen que suelo escribir entre líneas, creo que muchos lo hacemos y algunos lo hacen verdaderamente bien, pero esto lo supera con creces. Es el típico discurso polivalente, un multiusos que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.
Un amigo italiano me decía: Yo no discuto con nadie, doy mis opiniones como experto que soy, y cuando acabo de exponer mis tesis, si detecto que el interlocutor pone cara de pocos amigos, le digo: Estos son mis argumentos pero si no estás de acuerdo dímelo porque tengo otros que se pueden adaptar a lo que quieres oír. La frase no es suya sino, como bien dice de sus propios argumentos, se trata de una adaptación a sus intereses.
Tengo la impresión de que algo similar ha podido ocurrir en Villena con el tema del pescado. Parece ser que alguien ha pensado que si los argumentos presentados en mayo no fueron del agrado del votante, tal vez proponiendo otros la cosa iba a cambiar.
Permítanme unas preguntas. ¿Era, de verdad, tan importante el tema del pescado que tanta alarma social levantó la semana pasada? Yo creo que no, que no tuvo la menor importancia. Sin embargo, como dice el refrán, quienes fueron a por lana, salieron trasquilados y en la ciudad, a falta de olor a pescado putrefacto, ha quedado una duda flotando en el ambiente. ¿Nos mintieron quienes dijeron que llegarían miles de toneladas? ¿Mintieron también al decir que el alcalde de Albal había llamado a Celia? ¿Los contenedores de las fotos vinieron a Villena? No sé quién diseña estas estrategias, pero me parece que, si fuese entrenador de fútbol, no se comía el turrón en el banquillo.